jueves, 30 de julio de 2015

Crónica IV Trail Creixell

Tras más de un mes sin hacerlo, este pasado domingo volví a ponerme un dorsal. El último había sido en los 10k de La Canonja donde las cosas no me salieron del todo bien, así que llegaba al IV Trail de Creixell (10,9 km) con muchas ganas de hacer una buena carrera. Con muchas ganas aunque con algunas dudas, ya que siendo sincero con vosotros y conmigo mismo, durante lo que llevamos de verano no estoy corriendo demasiado. El calor (y la correspondiente pereza) no está ayudando y salir a correr a según que horas está resultando un auténtico suplicio. El lado bueno de todo esto es que últimamente me apetece más nadar y hasta disfruto de los entrenos en la piscina. No hay mal que por bien no venga. Pero, a lo que vamos, que esperaba esta carrera con muchas ganas y pensando en conseguir un buen resultado. No sabía cuánto nivel habría pero no iba a ser una carrera muy multitudinaria, así que casi seguro que tendría la oportunidad de estar con los de delante. Al menos eso quería creer.

Arancha, Iker y yo llegamos a Creixell con tiempo. Recogí el dorsal y poco después me encontré con Francesc, Carlos y Alba, con los que estuve calentando por el campo de fútbol unos minutos. Hacía calor pero estaba nublado y corría algo de brisa, así que tuvimos unas condiciones algo mejores que días atrás donde a las nueve de la mañana ya era complicado salir a entrenar por el calor. Durante el breve calentamiento me encontré bien, quizás algo más pesado de lo que me gustaría, pero bien en general. Poco antes de las nueve me fui a la salida, donde, curiosamente, aún no se había colocado nadie y pude ponerme en primera línea sin problemas.

Bien colocado, la salida resultó fácil y ya durante los primeros metros se pudo ver a los corredores que iban a marcar el ritmo. Enseguida se escaparon tres y yo me quedé en un segundo grupo con tres corredores más, con los que también abrimos algo de brecha respecto a nuestros perseguidores. Los dos primeros kilómetros fueron rápidos a pesar de ser un falso llano con ligera subida y los pasamos alrededor de 3’45”/km. Todo pintaba bien, demasiado bien diría yo, hasta que antes de acabar el tercer kilómetro, los cuatro corredores que íbamos juntos nos dimos cuenta que en algún momento nos habíamos equivocado de camino. De repente dejamos de ver cintas y marcas en el suelo y supimos que algo habíamos hecho mal. Confundidos, fuimos por otro camino que enseguida descartamos y optamos por volver atrás para descubrir que, a la altura de un puente, deberíamos haber girado a la izquierda en lugar de seguir recto. Supongo que los demás corredores también, pero yo sentí mucha rabia y decepción, además de una desmotivación que casi me hace volver directamente a la salida. No lo hice porque me gusta terminar lo que empiezo, pero desde luego todas las ganas que tenía de correr en un principio se esfumaron tras el error que cometimos. Después de un buen comienzo estaba claro que no íbamos a poder recuperar de ninguna manera posible el sitio que nos tocaba, así que lo único que quedaba era intentar disfrutar el resto de carrera, cosa difícil en aquellas circunstancias. Finalmente, después de casi un kilómetro y medio de más (que hice más caminando que corriendo) y unos cuantos metros de desnivel extra (hicimos dos subidas y dos bajadas de más), encontramos el camino y volvimos a la carrera. Estábamos casi en la cola y me costó mucho volver a centrarme en correr. Tanto, que la subida “estrella” de la carrera la hice casi caminando con el resto de corredores. Costaba adelantar y tampoco tenía ya nada que ganar, así que me lo tomé con tranquilidad. Ya daba igual.

Cuando terminó la subida y se empezó a poder correr más o menos bien aumenté el ritmo. Sin ningún tipo de presión me sentí bastante suelto corriendo alrededor de 4’20”/km y yendo de menos a más. Iba cómodo y no le veía demasiado sentido forzar mucho más, así que opté por mantenerme así. A pesar de todo, a ese ritmo gané muchas posiciones (empecé muy atrás tras el error) y reconozco que por momentos se me fue yendo el enfado y hasta hubo algún rato en el que disfruté corriendo sin esos agobios que a veces nos imponemos nosotros mismos. Y de ahí hasta el final, poco más que contar. El tiempo final fue de 57’26” y mi posición la 78º (18º de la categoría) de 225 corredores llegados a meta (resultados).

Hasta ayer, cuando empecé a escribir la crónica de la carrera, no me preocupé de mirar la clasificación ni de conocer mi tiempo final por la pequeña decepción que había tenido. Y no sé si hubiera hecho mejor en no mirarla, ya que fijándome un poco en los resultados estoy casi convencido que hubiera subido al podio (incluso ganado) en mi categoría. De los tres primeros clasificados, con los que no hubo ninguna duda, dos eran Juniors y otro Veterano, y en el grupo de cuatro corredores que nos perdimos había otro Junior, dos Veteranos más y yo. Qué rabia! Desaproveché una ocasión que no sé si nunca más volveré a tener. Otra cosa que llama la atención de la clasificación es que del tercer al cuarto clasificado hay una diferencia de casi siete minutos y medio, tiempo en el cual deberíamos haber entrado nosotros cuatro de no habernos equivocado.

Sobre nuestro error, sería muy fácil criticar a la organización y decir que no estaba bien señalizado, pero debemos admitir nuestra parte de culpa. Realmente se podría haber mejorado bastante la indicación en ese punto ya que el resto de recorrido estaba muy bien marcado (a veces hasta excesivamente marcado) pero ahí, a mi entender, faltó algo, quizás una flecha en el suelo con algo de antelación al giro. Y sobre nosotros, quizás nos faltó algo de concentración o nos sobraron unas cuantas revoluciones, ya que corriendo a esos ritmos cuesta más fijarse en estas cosas. No sé, pero como ya he dicho, fue una lástima porque hubiésemos conseguido un gran resultado. Espero volver a tener algún día una oportunidad como esta y aprovecharla, quien sabe si el próximo sábado en el Cros de Torredembarra.

Para terminar, lo de siempre, fotos (de Arancha y de la organización) y resultados del Garmin donde se puede ver claramente el tramo en el que nos desviamos.


 





viernes, 3 de julio de 2015

Crónica 10K La Canonja

El pasado domingo 21 de junio se celebró la quinta edición de los 10k de La Canonja, una carrera de la que sólo me he perdido la edición del año pasado (por encontrarme en el Triatlón LD de San Juan del Flúmen) y a la que este año volvía con la intención de hacerlo realmente bien. No es que llegara en el mejor momento de forma posible (creo que aún me falta un punto para estar como en el invierno pasado), pero tenía la confianza de hacer una muy buena carrera. Y tuve esa confianza y esas ganas hasta el jueves, cuando las cosas se empezaron a torcer. Todo empezó el miércoles de madrugada cuando tuvimos que ingresar a Iker en el hospital hasta el jueves a mediodía porque había vomitado varias veces durante el día, con lo cual esa noche tocó no dormir prácticamente nada. Para rematar, el viernes por la noche fui yo el que estuvo vomitando (supongo que algo me debió contagiar el peque) y el sábado, por precaución, no comí prácticamente nada además de sentir mareos, tener algo de fiebre y dolor de cabeza. Con este panorama era fácil pensar que al día siguiente no correría, y con esa idea me metí en la cama, pensando que o mejoraba mucho la cosa o no estaría en la línea de salida.

Y el domingo no es que me despertara muy fino, me sentía débil pero al menos no tenía fiebre ni dolor de cabeza. Como era de esperar, con lo poco que había comido durante todo el sábado, tampoco había vuelto a vomitar, así que aunque no muy convencido, me preparé para ir a la carrera. Desayuné menos de lo habitual, por precaución y porque tampoco me entraba mucho más, y al cabo de un rato me fui a La Canonja. Allí enseguida me encontré con César, con mi hermano, y también con Carles, que iba a hacer los 5 km. Tras unos minutos de calentamiento en el que no me sentí demasiado mal pero tampoco para tirar cohetes, ni mucho menos, nos fuimos a colocar bajo el arco de salida. Eran casi las nueve de la mañana y el calor ya apretaba, otra cosa que no iba a ayudar a hacer la carrera soñada. No tenía clara la estrategia que iba a seguir, pero estaba mentalizado de que tocaría sufrir sí o sí.

Salimos rápido, demasiado, a un ritmo cercano a 3’30/km. Sabía de sobras que no podría mantenerlo a pesar de que durante los primeros minutos no me sentí mal, ni siquiera excesivamente forzado, pero debía ser realista y consciente de que no estaba el día para grandes exhibiciones. Aún así, el primer kilómetro lo pasé en 3’31” y el segundo en 3’28”, y casi puedo decir que hasta ahí aguanté… En el tercero el ritmo se empezó a resentir (3’36”) y a partir del cuarto empezó el naufragio. No tenía molestias en el estómago, eso parecía estar superado, pero me notaba vacío, cansado y sin fuerzas. Como era de esperar, el día anterior sin apenas comer nada me estaba pasando factura y las piernas flojeaban y hasta sentía una especie de temblor, pero a pesar de todo hice un esfuerzo por seguir corriendo a un ritmo más que aceptable e intentar mantenerme en una buena posición dentro de la carrera. Terminé la primera de las dos vueltas en aproximadamente 18’15”, pero a esas alturas el ritmo ya estaba decayendo y era una locura pensar que la segunda vuelta sería igual.

En los siguientes kilómetros estuve menos pendiente del reloj. Correr por debajo de 4’/km ya era un éxito en aquellas condiciones y tampoco quería forzar más de la cuenta. Creo que en esa segunda vuelta perdí dos o tres posiciones, no estoy seguro porque tampoco tenía la cabeza clara, pero lo que sí notaba es que mi hermano cada vez estaba más lejos, y eso, aunque pueda sonar mal, era una buena noticia. Tengo que decir que mi intención en esta carrera era hacerlo bien y, por qué no, rondar los 37’ y poco (veía muy complicado bajar de eso como hice en Aranjuez en diciembre), pero también miraba de reojo, no lo voy a negar, quedar primer clasificado local, que en este caso tenía premio. Eso fue una motivación más para mí en un día complicado. No estaba disfrutando del momento pero sabía que tenía cerca ese caramelo viendo que mi hermano también iba perdiendo segundos respecto a mí.

La segunda vuelta, como era de esperar, fue bastante más lenta. Cada kilómetro era una lucha por no superar esa barrera psicológica de los 4’/km y casi puedo decir que la gané, ya que sólo en los kilómetros nueve y diez no pude conseguirlo, haciendo 4’00” y 4’02” respectivamente. Como ya he dicho antes, no puedo decir que disfrutara mucho de la carrera, más bien todo lo contrario, y aunque una semana antes no hubiera firmado el tiempo que finalmente hice, teniendo en cuenta lo condicionado que llegué me doy por satisfecho tanto con el resultado como con la posición final. Paré el crono en 38’00” llegando en la posición 14ª de la general de 152 llegados a meta, 11º de mi categoría y primer clasificado del club (resultados). En definitiva, acabé más que contento, sobre todo si tenemos en cuenta que apenas doce horas atrás mi idea era la de no correr.

Pues eso, que en líneas generales terminé más o menos conforme. Por supuesto que no fue la carrera soñada (seguro que aún está por llegar), pero siendo realistas creo que es justo decir que aunque hubiera llegado bien me hubiera resultado complicado bajar de 37 minutos. La parte más positiva y bonita de la jornada fue poder subir al podio junto con los compañeros del Club Excursionista de La Canonja para recoger la copa como primer corredor local en los 10K. Uno no está muy acostumbrado a estas cosas y hace ilusión. 

Para acabar, os dejo unas fotos de mi padre y de la organización con mi llegada a meta, en el podio y con la copa. Y como siempre, también os dejo los detalles de la carrera del Garmin.











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