martes, 29 de septiembre de 2015

Crónica Half Menorca Triathlon

Cuarto y último triatlón de media distancia de la temporada tras l’Ametlla de Mar, Salou y Balaguer. En esta ocasión la cita era el 20 de septiembre en Menorca donde, además de competir, íbamos dispuestos a pasar unas merecidas vacaciones. Con lo que voy a decir no quiero ni pretendo poner excusas, y por supuesto no diré que hice la carrera a medio gas, ni mucho menos, pero la verdad es que emocionalmente afronté la competición un poco como si ya lo tuviera todo hecho esta temporada y sin un resultado marcado en rojo como objetivo. Además, en los días previos no entrené ni descansé como debía y mi alimentación no fue todo lo buena que me gustaría, ya que estando de vacaciones y fuera de casa cuesta todo un poco más. Con este panorama, tenía claro que lo mejor era salir a disfrutar y luego, según me encontrara, actuar de una manera o de otra. De apretar siempre habría tiempo. Otro aspecto a tener en cuenta iba a ser la bici. Por comodidad y por dinero escogí la opción más económica y decidí alquilar una en lugar de trasladar la mía a Menorca. De haber ido en barco hubiéramos llevado el coche y asunto resuelto, pero yendo en avión no me fié de facturarla y los precios por transportarla por mensajero (o con alguna empresa que se dedica al transporte de bicicletas) me parecían caros y poco seguros. En definitiva, decidí alquilar una Specialized Tarmac de carbono en Bike Menorca y puedo decir que acerté. Muy buena bici, precio razonable por tenerla prácticamente cuatro días y, lo mejor de todo, sólo me tuve que preocupar de recogerla y devolverla en su tienda de Mahón. En este sentido estoy convencido de que escogí la mejor opción. Desde aquí, muchas gracias a Bike Menorca por "salvarme la vida".

En cuanto a la carrera, el sábado por la mañana, después de un rodaje suave a pie, fuimos a recoger el material (dorsales, gorro, regalos…) a Fornells y por la tarde a hacer el check-in de la bici. Todo sin problemas y bastante rápido. La carrera no iba a ser muy multitudinaria, unos 500 participantes entre el half y el short. El domingo por la mañana me tocó madrugar a mí y, sintiéndolo mucho, hacer madrugar a los demás, en este caso a Arancha, a Iker (que no tardó demasiado en despejarse) y a Òscar, que vino a Menorca un par de días después que nosotros. Gracias a los tres por acompañarme desde primera hora! Antes de las siete de la mañana ya estábamos en la zona de transición para dejar todo el material que me faltaba y comprobar los últimos detalles. Todo en regla. Ya sólo faltaba ponerse el neopreno.

La salida fue desde el agua. Parecía que el mar estaba en calma y no se veían olas, aunque la realidad era otra bien distinta. A las siete y media dieron la salida y empezaron mis primeras brazadas. Desde el primer momento tuve la sensación de ir un poco perdido. No conseguía ver las boyas de referencia y me guié un poco por lo que hacían los demás. A veces esa estrategia sale bien, pero no en este caso. La corriente con la que nos encontramos (y que dentro del agua apenas se notaba) hizo que muchos triatletas nos fuéramos desviando hacia la derecha y, por consiguiente, alejándonos de la boya donde debíamos realizar el giro, que prácticamente no se veía. El resultado fue que hasta alcanzar esa primera boya nadamos varios metros de más. Pero lo peor no fue en esa primera recta, sino una vez hecho el giro hacia la izquierda. Ahí, además de no ver la siguiente boya, en pocos segundos dejé de ver triatletas y, como es lógico, me preocupé. En ese momento de soledad decidí parar, levantar la cabeza y mirar donde estaba la gente, llevándome la desagradable sorpresa de ver que por lo menos estaban a cuarenta o cincuenta metros de mí. Un poco cabreado nadé hacia ellos y me pareció no llegar nunca. Fueron metros que se me hicieron eternos, entre el cabreo y la prisa por tomar el camino correcto… Poco después de llegar a ellos hicimos el segundo giro a la izquierda y encaramos la última gran recta hasta meta. Ahí fue un poco más fácil buscar referencias aunque volví a notar que la corriente me arrastraba, esta vez hacia la izquierda. Siguiendo la tónica general de la desastrosa natación que estaba haciendo, por momentos me volví a sentir desorientado (otra vez!), aunque la cosa no fue tan grave como antes ya que ver a la gente del público a lo lejos y escuchar la megafonía ayudó un poco. Salí del agua pasados los 36 minutos y medio y con más de 2.000 metros nadados. Quizás en otra ocasión me hubiera parecido bien ese tiempo, pero no así en esta, donde esperaba terminarla en bastante menos tiempo. Al final, tiempo de 36’36” y parcial 98.


Y si la natación fue desastrosa, la primera transición no lo fue menos. Supongo que ese primer sector, además de cabrearme, me descentró un poco y cuando llegué a la T1 me pasé de donde estaba mi bici. En principio lo tenía claro, de hecho siempre me fijo bien donde está para perder el menor tiempo posible buscándola, pero esta vez me pasé de largo. Total, que en esa primera transición perdí casi cuatro minutos, haciendo una de las transiciones más lentas entre todos los participantes.

Salí en bici con la intención de intentar maquillar un poco lo que estaba haciendo hasta el momento, y al principio parecía que iba bien. En los primeros kilómetros, con ligera subida en dirección a Es Mercadal, gané varias posiciones, cosa que me animó. El sector bici consistía en tres vueltas, más el enlace hasta Fornells, a un recorrido totalmente cerrado al tráfico, entretenido, bonito, por carreteras estrechas y sin prácticamente un llano. Todo eran toboganes. Sinceramente, pensaba que el recorrido sería más favorable a mis características de lo que realmente lo fue. Subiendo sí, me sentía bien e incluso al principio adelanté a varios triatletas, pero cuando tocaba bajar perdía tantas o más posiciones de las que había ganado. Mal asunto. En bici realmente creo que tengo un problema. Esta temporada siento que no he mejorado nada sobre ella, incluso me atrevería a decir que he dado un paso atrás. Es cierto que he hecho menos kilómetros que en años anteriores (apenas 130 km de media a la semana), pero me fastidia reconocer que estoy muy lejos de rendir en bici como lo hago corriendo.

Terminé la primera de las tres vueltas a una media de 32 km/h. En principio podía pensar que era una buena media, pero a esas alturas ya tenía la sensación de que estaba perdiendo más posiciones de las que ganaba y que la gente, en general, iba bastante más rápido que yo. En las dos vueltas siguientes la cosa no mejoró mucho, de hecho no mejoró nada, y fui perdiendo algo de velocidad hasta terminar los 90 km y casi 1.000 metros de desnivel positivo en un tiempo de 2h50’28”, a una media de 31,7 km/h. Hice el parcial 97, por lo que mi situación dentro de la carrera después del sector bici no varió mucho desde la salida del agua. Sabía que no estaba haciendo una buena carrera pero como consuelo me quedaba pensar que ahora tocaba correr, donde habitualmente recupero bastantes posiciones. Sólo faltaba saber como respondería el cuerpo.


Llegué a la T2 y ahora sí, hice una transición relativamente rápida de aproximadamente minuto y medio y empecé a correr. Sabía que no iba a ser un medio maratón rápido ya que teníamos tres subidas en dirección a la urbanización Platges de Fornells, donde justamente estuvimos alojados toda la semana, y dos subidas más a la famosa Torre de Fornells, así que prefería ser conservador. Sabía que los primeros kilómetros los podría correr fácil alrededor de 4’20”/km, y así lo hice. Ya aflojaría en las subidas y con el paso de los kilómetros. En bici había tomados dos geles y media barrita, y había bebido bastante, aún así, en cada avituallamiento a pie, supongo que como excusa, paraba unos segundos a beber y a mojarme la cabeza. El ritmo era bueno y aquí sí, fui ganando muchísimas posiciones sin apretar en exceso. Creo que podría haber dado algo más pero a esas alturas de carrera y de temporada tenía poco que ganar, así que me conforme con correr cómodo, a gusto y disfrutando lo máximo posible de esos últimos kilómetros de carrera a pie. En cada vuelta veía un par de veces a Arancha, Iker y Òscar animando y haciendo fotos, algo que siempre ayuda.

Los kilómetros fueron pasando sin complicaciones. En el 7 y en el 14 me tomé un gel, más por precaución que por otra cosa. Quizás pasado ese kilómetro mi ritmo se empezó a resentir un poco, aunque la cosa no pasó a mayores. Era consciente que, dentro de la carrera normalita que estaba haciendo, corriendo sacaría un buen parcial, mejorable, pero bueno al fin y al cabo. No había sido la mejor carrera de mi vida pero como he dicho al principio, tampoco iba mentalizado para ello.

Ya en los últimos metros de carrera, tras acabar con esas dos vueltas y media de recorrido y llegar a la alfombra roja de meta, Òscar me dio a Iker, me lo subí a hombros y entré con él parando el crono en 5h09’35” (resultados) y con Arancha inmortalizando ese bonito momento con una gran foto. Finalmente, posición 53 de la general de 234 llegados a meta (14º de mi categoría) y parcial 26 corriendo con un tiempo de 1h36’58” en los 21,1 km.

No lo voy a negar, no es que terminara especialmente satisfecho de la carrera que hice pero sólo por aquel momento de entrar con el peque a meta, lo demás pasó a un segundo plano y me dejó de importar. Además, como siempre digo, terminar un half, aunque ahora ya parece que no sea nada porque todo el mundo busca hacer burradas mayores, siempre es motivo de felicidad. Y ya son once los que acumulo, muchos más de lo que nunca me hubiera imaginado.

Con este Half de Menorca puse fin a mi temporada de triatlón, aunque aún me quedaran dos competiciones más para terminar la temporada, el Speed Trail Tarragona (26 de septiembre) y el Gran Fondo Tarragona (4 de octubre). Después de estas dos competiciones, llegará el momento de echar el cierre a la temporada, valorar lo que hemos conseguido, descansar y empezar a planificar la próxima, que ya os adelanto que si no se tuercen las cosas será apasionante.

Pues creo que hay poco más que añadir. Os dejo los resultados del Garmin y, aunque no tenga nada que ver con esta competición, para cerrar esta entrada os enseño algunas de las muchas fotos que hicimos durante nuestra semana de vacaciones en Menorca. Espero que os gusten.


 
 
 
 

miércoles, 2 de septiembre de 2015

Crónica IX Triatló Internacional de Balaguer

Este sábado pasado volví a participar, como ya hice en 2013, en unos de los triatlones de media distancia más duros que hay en Cataluña, el Triatló Internacional de Balaguer. Y si ya de por sí este triatlón destaca por un recorrido ciclista muy exigente, las condiciones climáticas con las que nos encontramos este año no ayudaron en nada a suavizarlo, más bien todo lo contrario. Aún así, puedo decir que en líneas generales terminé muy satisfecho de cómo me fue y del resultado conseguido. Vayamos por partes.

Una de las cosas buenas que tiene este triatlón es que no hay que madrugar. Aunque yo prefiera entrenar y competir a primera hora, no deja de ser duro tener que levantarse a las cinco o las seis de la mañana. Pues bien, en Balaguer no existe este problema ya que la carrera empieza a las tres de la tarde. Así que el sábado me levanté con toda la calma que nos permitió Iker, que antes de las ocho ya estaba revoloteando, desayuné tranquilo y sobre las diez salimos de Tarragona. Llegamos a Balaguer antes de las doce y enseguida nos encontramos con Eric, que iba a participar en el “Infern” (empezaba una hora antes que el half), y con Xavi y su familia. Dejamos en la T2 en material necesario para correr y, poco después, nos fuimos al pantano de Sant Llorenç de Montgai donde estaba situada la T1. Antes de la una empecé a comer una ensalada de pasta de arroz con quinoa y un plátano. A esas horas me lo comí sin demasiada hambre, pero tampoco podía esperar mucho más. Una vez listos, nos empezamos a cambiar y dejamos las bicicletas en su sitio. Cuando creíamos que ya lo teníamos todo hecho a falta de algo más de una hora para empezar, Xavi tuvo que volver a Balaguer a por el chip, ya que en la entrega de dorsales no se lo dieron. Un pequeño contratiempo que, por suerte, se solucionó sin problemas. En ese rato conocí a Carles (que iba a hacer el half también) y a su mujer Francesca, ambos entrenados por Òscar, igual que Xavi y yo. Una lástima no habernos podido hacer una foto los tres juntos… Poco después dio comienzo el Triatló “Infern”. A esas horas el calor ya estaba haciendo de las suyas y los termómetros alcanzaban los 35ºC, lo que nos dejaba claro que no iba a ser una carrera fácil. Por una vez y sin que sirva de precedente, habría que disfrutar del baño en el pantano y aprovecharlo al máximo para refrescarse.

Un cuarto de hora antes del comienzo, empezamos a ponernos los neoprenos y bajamos al agua. La salida era desde dentro del pantano y desde una zona donde hacíamos pie, así que perfecto. No sé si acertadamente o no, Xavi y yo nos colocamos delante de todo aunque un poco escorados a la izquierda. El grueso de triatletas quedaron a nuestra derecha. A las tres de la tarde, puntualmente, sonó la bocina y empezamos a nadar. Xavi me había comentado antes de empezar que intentaría seguir mis pies, algo que fue imposible cuando empezamos a nadar rodeados de tanta gente. Pues eso, que en pocos segundos perdimos referencias y empecé a nadar solo lo mejor que pude. Al principio, como casi siempre y más aún por haber empezado tan adelantados, me pasaron algunos triatletas y recibí varios golpes, pero en general no fue grave. El circuito era bien sencillo, dos vueltas a un rectángulo muy bien señalizado con boyas y globos bien visibles desde lejos. Nadé lo más relajado posible, centrándome en alargar al máximo las brazadas y en respirar bien y poco más. Y la verdad es que no me fue mal. Esta temporada parece que en el agua he dado un pequeño paso adelante, aunque, entre muchas otras cosas, en competición quizás me falte algo de, no sé como llamarlo, “nervio” o “tensión” que pongo a ratos en la piscina. Por respeto, salgo siempre demasiado conservador y noto que podría poner algo más de fuerza y de cadencia en mis brazadas. Pero a lo que vamos, al final de la primera vuelta me dio por mirar el reloj y este marcaba 1.000 metros justos y un tiempo de 17’32”. Iba más o menos según lo previsto aunque todo hacía indicar que probablemente saldrían más metros de la cuenta. La segunda vuelta me pasó algo más rápido que la primera, y eso que estaba deseando terminar (no sabía lo que me esperaba al salir…). Creo que en este primer sector hubo poco más que destacar. Al final, según mi Garmin, algo más de 2.000 metros nadados en un tiempo de 35’25”, haciendo el parcial 65º.




Empezaba lo bueno. Transición de algo menos de cuatro minutos y a pedalear. Sabía que iba a ser duro pero no pensaba (ni recordaba) que tanto. El calor estaba apretando muchísimo y, para mayor incomodidad, soplaba un viento seco y caliente bastante desagradable. Desde el primer momento sobre la bici tuve una sensación de sed muy grande, algo que no recuerdo que me hubiera pasado nunca. Sólo me había puesto un bidón con bebida y a esas alturas ya estaba más que caliente. Mal asunto. Los primeros cinco kilómetros fueron los únicos llanos. Llegados a Gerb empezaba el primer ascenso hasta Vilanova de la Sal. Subida dura y lenta en la que costaba sumar kilómetros. Fue uno de los tramos más lentos de todo el recorrido, y aún faltaba muchísimo. Parecía que llevaba siglos subiendo cuando miré el reloj por primera vez y vi ¡¡¡qué sólo llevaba nueve kilómetros!!! Iba a hacer falta mucha paciencia para afrontar este tramo. Lo más positivo de todo es que, a pesar de sentirme sediento, acalorado y sin fuerzas en la subida, fui ganando posiciones y sólo me adelantaron un par de ciclistas, lo que me dejaba claro que los demás participantes tampoco lo estaban pasando demasiado bien. Tras coronar el primer puerto y hasta el inicio de la subida hacia el Coll d’Àger, tuvimos varios kilómetros de toboganes que agradecí. Pero la alegría duró poco ya que enseguida me planté en el comienzo de la lenta y dura subida a Àger. Me lo tomé con calma, pedaleando a ratos de pie y a ratos sentado y notando que las piernas funcionaban algo mejor que al principio. Menos mal. A esas alturas ya iba sin nada de bebida así que cuando llegué arriba y vi el primer avituallamiento por poco se me saltan las lágrimas. Sólo cogí agua fría pero me supo a gloria. Además, aproveché para tomarme el primer gel. Y como todo lo que sube, baja, llegó el momento de disfrutar de una bajada acoplado en la que me atreví a pedalear con fuerza y llegar a una velocidad máxima de 72,9 km/h. Fue divertido pero más corta de lo deseado. Enseguida tocó dejar de bajar para hacer una especie de giro hasta Agulló y volver a encarar la subida al Coll d’Àger, esta vez por la otra cara. Pero antes de eso, dos cosas. La primera, es que viendo que mi sensación de sed no desaparecía de ninguna manera y que todavía quedaba mucho para terminar, en el segundo avituallamiento paré y pedí que me llenaran de agua el bidón. Era lo más inteligente y valía la pena perder algo de tiempo ya que ir sin absolutamente ni una gota de líquido era temerario. En este sentido, los voluntarios de los avituallamientos, un 10. En ningún momento me pusieron ninguna pega en rellenarme el bidón y hasta lo hicieron lo más rápido posible. Muchísimas gracias a todos! Y la segunda cosa a destacar antes de empezar el segundo ascenso al Coll d’Àger es que, pasado Agulló, me encontré a un participante en la cuneta con cierta cara de desesperación. Se me ocurrió preguntar si necesitaba algo y me respondió que una cámara. Yo llevaba un recambio y para ser sincero con vosotros y conmigo mismo dudé en prestársela. Si se la dejaba y luego me pasaba algo a mí sería yo el que me quedaría en esa situación y tendría que esperar a que algún “buen samaritano” me dejase una. Al final, paré, abrí el bolsillo de la bici y le di mi cámara y las herramientas. No lo hice muy convencido por miedo a pagarlo yo luego, pero la verdad es que estando yo en su misma situación me hubiera gustado que alguien hiciera eso por mí. Fui irresponsable pero confié en mi suerte y me fui con la conciencia tranquila por haber ayudado a un compañero.

La segunda subida al Coll d’Àger fue igual de dura que la primera, aunque como mal menor tuvimos algún rato de sombra. A media subida me crucé con Eric, que aún bajaba. Me extrañó verle tan atrás y me imaginé que algo no le iría bien. Al coronar este puerto por segunda vez, allá por el kilómetro 45, cogí el bidón de isotónico de la organización. En aquellos momentos ya llevaba algo de agua y isotónico, así que en ese sentido me tranquilicé un poco y aproveché para tomarme una pastilla de sales. Ya faltaba menos. Lo siguiente era bajar en dirección Les Avellanes, con varios toboganes pero casi todo de bajada, y posteriormente girar a la derecha en dirección a Os de Balaguer y Tartareu. Este tramo lo hice en la más absoluta soledad. Tanta que por momentos dudé de si iba en la dirección correcta. En este tramo me encontré fuerte y hasta encaré alguna que otra subida con una pendiente del 13% con una sonrisa. Tras esa pequeña vuelta de unos quince kilómetros con final en Vilamajor, volví a girar a la derecha para salir a la carretera por la que antes ya había bajado en dirección a Les Avellanes. Llevaba más de setenta kilómetros pero me sentía bien. Lo peor ya había pasado y sólo faltaban los últimos veinte en dirección a Balaguer donde intenté ir acoplado y sacar algo de partido a la bici de triatlón. En este tramo me encontré con Xavi. Iba a su ritmo pero sin agobios. En un primer momento se sorprendió al verme pensando que me habría pasado algo para estar tan atrás, pero no contaba que a él aún le quedaba por dar toda esa especie de vuelta. Intercambiamos unas palabras, me dijo que iba según lo previsto y después de darnos ánimos, seguí adelante.

Los últimos kilómetros hasta Balaguer fueron bastante cómodos y aproveché para tomarme otro gel. Se acercaba el momento de calzarse las zapatillas y correr, pero antes aún me esperaba la última gran subida en bici, el Mur de la Creu, ya dentro de Balaguer. Lo recordaba de hace dos años. Recordaba esa curva cerrada a la derecha y todo ese público y voluntarios animando y aconsejándote que cambiaras rápidamente el desarrollo de la bici si querías subir. Este año la escena se repitió, aunque durante la bajada ya había puesto el plato pequeño y el piñón grande, para ir adelantando faena. La subida, espectacular, tanto por la dureza de esos metros al 14-16% de desnivel como por el ambiente que había. Una vez superado este último muro, ya tocaba recorrer los últimos metros, entrar en la T2 (donde los voluntarios se hacían cargo de la bici) y prepararse para correr. Al final, terminé el tramo de bici en 3h26’44” (contando las dos transiciones) marcando el parcial 58º. Físicamente terminé bastante entero la bici, aunque con algo de dolor en la planta del pie izquierdo. Últimamente me pasa bastante, sobre todo cuando hago desnivel. No sé si son las zapatillas o si apoyo mal el pie al pedalear, pero es una cosa que deberé corregir en el futuro para que no vaya a más.



Pues ahora sí, empezaba lo que se me da mejor, correr. Como decía, empecé más cansado de lo habitual en un half pero muy entero, así que esperaba hacerlo bien. Lo que tuve claro desde el primer momento, ya incluso desde la bici (donde estuve negociando conmigo mismo como enfocaría la carrera a pie) es que no saldría a jugármela. No tenía ganas de apretar más de la cuenta y salir a un ritmo entre 4-4’15”/km era demasiado arriesgado. Sabía que en esta carrera no lo podría mantener, así que fui prudente y enfoqué este último tramo con calma. Y creo que hice bien porque pocas veces había disfrutado tanto de estos últimos 21 km. Corrí cómodo, disfrutando del ambiente aunque con esa ligera molestia en el pie. El recorrido se me hizo ameno combinando tramos urbanos de asfalto con otros de césped y tierra al lado del río Segre. Durante la carrera a pie tomé dos geles más, uno en el kilómetro siete y otro en el catorce, y paraba unos segundos en los avituallamientos para beber bien. Los voluntarios de los avituallamientos, igual que en la bici, muy bien. Me hicieron especial gracia los niños del primer avituallamiento que tiraban agua a los corredores en vasos ¡Cómo disfrutaban mojándonos! Cuando me quise dar cuenta, había terminado la tercera vuelta y sólo me faltaba el último kilómetro y medio de enlace para llegar a meta, donde me crucé con Carles (todavía le quedaba otra vuelta más) y chocamos las manos. No tenía ni idea del tiempo total que llevaba porque en ningún momento estuve pendiente de eso (creo que pocas veces me ha pasado esto) pero me sentía satisfecho. En los últimos metros, ya por el pasillo de entrada a meta, Arancha me dio a Iker y lo cogí en brazos para entrar con él. No le vi la cara porque lo cogí de manera que él también mirara hacia delante, pero escuché del público “¡mira como se ríe, qué simpático!”. Entramos en meta juntos con un tiempo final de 5h38’57” (los 21 km me salieron en 1h36’48”, parcial 23º), terminando en la posición 35 de la general y 9º de mi grupo de edad (resultados).






En general, siguiendo la tónica de esta temporada, terminé muy contento. Fue una prueba durísima, con 43 abandonos en el half y 13 en el “infern”. Me pareció leer que un 19% de los triatletas que empezaron no terminaron y que el primer clasificado (hizo 4h57’) este año tardó una media hora más de lo que se tardó en ediciones anteriores. Desde luego, son datos que hablan por sí solos de la dureza casi extrema de esta edición por culpa del calor.

En cuanto a mis amiguetes, Eric no pudo terminar la prueba (llegó tocado a la carrera a pie y prefirió no seguir), Carles paró el crono en 6h20’ y Xavi en 7h42’, demostrando que a pesar de su juventud tiene el carácter suficiente para afrontar pruebas así. Enhorabuena!

Para terminar, me gustaría agradecer a la familia de Xavi (padres y hermana), a la de Carles (mujer e hija) y, por supuesto, a Arancha y al peque (que con sólo nueve meses no sólo aguantó casi hasta el final, sino que además se le vio disfrutar), la paciencia que demuestran acompañándonos a cosas así. Fue un día largo y la espera no fue fácil, pero al final todo terminó bien y seguro que al final para todos nosotros será bonito de recordar.

Nada más, ahora ya sí que os dejo con los detalles de la carrera del Garmin. Sobre las fotos, estoy a la espera que la organización las cuelgue y pueda poner alguna más aparte de las que hizo Arancha. 


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