lunes, 25 de mayo de 2015

Crónica Polar Gran Fondo La Mussara

Bastantes días después de la marcha, vamos con la crónica de la segunda edición de la Polar Gran Fondo La Mussara que se celebró el pasado 16 de mayo. Empezaré diciendo que tras varias semanas haciendo muchos kilómetros en bici con el objetivo de recuperar algo del tiempo perdido durante el invierno, llegaba a la marcha mejor de lo que esperaba semanas atrás, cuando realmente no las tenía todas conmigo. A pesar de todo ese esfuerzo de última hora, tenía la certeza de que no llegaba tan bien (bien por llamarlo de alguna manera) como el año pasado, pero como mínimo estaba confiado de no sufrir más de la cuenta. Con ese panorama, la verdad es que me planté en la línea de salida un poco a la aventura, al "a ver que sale", sin presión y pensando en disfrutar de una marcha que, guste más o menos todo lo que le rodea, tiene un recorrido realmente espectacular.

Salí desde el tercer cajón y a pesar de la multitud (unos tres mil ciclistas en la marcha larga, de 189 km, y otros mil en la corta, de 97 km) no hubo demasiados atascos ni problemas para circular sin peligro. Hacía muy buen día, con Sol y buena temperatura, pero el viento hizo acto de presencia y complicó bastante las cosas. Una lástima porque de no ser por eso se hubieran dado las condiciones perfectas. Los primeros kilómetros fueron tranquilos, circulando por Reus y tomando enseguida la carretera hacia Maspujols i l'Aleixar en dirección Vilaplana. Hasta ahí sin problema, fui rodando tranquilo, en grupo y sin forzar más de la cuenta, a modo calentamiento. En Vilaplana empezaba la cronoescalada hasta La Mussara y ahí la cosa cambió. En principio no tenía pensado tomármela demasiado en serio, entre otras cosas porque después de la cronoescalada todavía faltarían unos 150 km y podría ser contraproducente quemar cartuchos antes de tiempo, pero con el "caramelo" que puso la organización de hacer un reconocimiento especial (en forma de pegatina con el nombre de "King of the Mountain") a aquellos que la terminaran en menos de 33 minutos, reconozco que me piqué un poco. El caso es que a partir de Vilaplana empecé a pedalear con fuerza, subiendo de pie casi todo el rato, con el plato grande (como a mi me gusta) y mirando de reojo el reloj. Iba un poco sin referencias pero al principio pensaba que podría conseguirlo. Iluso! Terminar la cronoescalada en ese tiempo está reservado a unos pocos, de hecho, sólo 97 ciclistas lo consiguieron. Mi tiempo final fue de 37'07", quedando el 438 de 3.338 ciclistas (clasificación de la cronoescalada). No está nada mal, incluso podría haber arañado algún segundo más, pero me quedé muy lejos de esos 33 minutos que tenían premio.

Una vez arriba de La Mussara, tocó un pequeño descanso hasta Mont-ral para, posteriormente, encarar una nueva subida desde Capafonts hasta el cruce de La Febró. Tenía previsto ir comiendo una barrita cada hora e intentar beber cada poco rato y la cosa no fue mal. Llevaba comida suficiente pero sólo un bidón, con lo que tendría que ir parando en algún que otro avituallamiento para repostar y coger alguna botella para ponérmela en el maillot. Pero la jugada me salió mal. En el primer avituallamiento que paré (creo que era el segundo o tercero de toda la marcha) me encontré con que las botellas de bebida isotónica que daban no tenían tapón con lo que no podría guardármela. El motivo, para que la gente no tirara las botellas por cualquier sitio. Aquí pagamos, como siempre, justos por pecadores. Por culpa de cuatro imbéciles (porque no tienen otro nombre), que siempre los hay, que tiran basura por cualquier sitio (botellas, envoltorios de barritas y geles,...), luego salimos perjudicados los demás. Gracias a ellos, en ese avituallamiento me tome un Powerade casi sin respirar y en el siguiente rellené el bidón que ya tenía vacío. No era lo previsto, pero por suerte no me faltó hidratación en ningún momento de la marcha.

Hecho ese segundo puerto, tocaban unos pocos kilómetros con algo de sube-baja por una zona que me encanta hasta llegar al cruce del Coll d'Alforja, donde se separaba la marcha y unos volvían a Reus y nosotros lo hacíamos en dirección Cornudella, donde empezaría una nueva subida hasta Albarca. Pasé las tres horas de marcha con ya 80 km en las piernas casi llegando a Cornudella. De momento todo iba bien. Quizás no iba todo lo rápido que en un principio esperaba pero tampoco me podía quejar. En las subidas ganaba alguna que otra posición pero, como me suele pasar habitualmente, perdía tiempo respecto a otros ciclistas en zonas de bajada o más rodadoras, donde no alcanzaba a engancharme a ningún grupo. Y mira que esta vez lo intenté. 

El momento donde si pude mantenerme dentro de un grupo fue pasado Ulldemolins. Superadas las Crestes de la Llena, compartí un largo tramo de bajada hasta La Bisbal de Falset con cinco o seis ciclistas más pero en ese pueblo el grupo de rompió porque había un avituallamiento y varios decidimos parar. Aproveché para beber agua, llenar mi bidón de Powerade y comer algo de fruta, especialmente plátano y sandía, que después de tanta barrita ya me apetecía algo diferente. Cuando reanudé la marcha, hice el último tramo de bajada hasta Cabacés bastante sólo pero a una buena velocidad.

Es probablemente en el final de esa bajada cuando realmente empieza lo que hace especialmente dura a esta marcha. Llegué a la Vilella Baixa (kilómetro 130 aproximadamente) con ya cinco horas de pedaleo y tocaba encarar un gran tramo de subida (el Coll Roig) con un final apoteósico en La Morera del Montsant. No es una subida demasiado larga pero si con algún tramo con un desnivel altísimo, donde subir a 10 km/h por algún tramo es una auténtica proeza. Me defendí como pude y llegué arriba donde encontré un gran ambiente de fiesta con gente disfrazada animando, con música a todo volumen, con ruido de bocinas... Fue curioso y divertido. A esas alturas de la marcha cualquier cosa era buena para distraer un poco la mente y acabar esa subida lo más entero posible. 

Superada esa penúltima prueba de fuego, bajamos otra vez en dirección a Cornudella (donde, en un avituallamiento y después de prometer a tres chicas que no la tiraría en cualquier sitio hasta la llegada a meta, conseguí una botella de Powerade con tapón!!!) y ya sólo tocaba encarar la última subida, hacia el Coll d'Alforja, que habíamos hecho horas antes de bajada. Sólo eran unos cinco kilómetros pero, igual que el año pasado, se me hicieron muy largos. Lo mejor de esa subida era saber que el final estaba cerca y que, una vez superada y hasta el final en Reus, prácticamente todo era de bajada. A pesar de estar ya cansado, recordé que el año pasado llegué a ese punto algo más tocado. Una vez coronado el Coll d'Alforja, el final se acercaba y comenzaron los últimos kilómetros de bajada en los que me dediqué a disfrutar todo lo que pude. Casi terminando la marcha me adelantó algún grupito al que me fue imposible ni siquiera intentar seguir, pero tampoco le di más importancia. De la misma forma que el año pasado, puedo decir que hice la marcha prácticamente sólo y sin necesidad de ir enganchado a ningún grupo, ya sea porque no me termino de sentir cómodo o porque no estoy acostumbrado a rodar así y me sigue costando mucho adaptarme a eso. 

Al final crucé la línea de meta en un tiempo de 6h42'54" (resultados), unos diez minutos menos que el año pasado aunque también con algún kilómetro menos recorrido, ya que la organización, muy acertadamente y ante las quejas que hubo el año pasado, eliminó el tramo final en el que se hacían varios kilómetros algo peligrosos por dentro de Reus. Con este resultados conseguí el diploma de plata y me quedé a doce minutos de conseguir el de oro. A ver si algún año lo consigo...


Después de pasar por meta, hice unos últimos seis o siete kilómetros hasta el punto donde habíamos salido (Fira de Reus) para encontrarme con Arancha, Iker y, curiosamente, con Óscar, que también iba a hacer el recorrido largo pero en el primer paso por el Coll d'Alforja, aproximadamente en el kilómetro 70, le obligaron a hacer el recorrido corto porque, supuestamente, había superado el tiempo de corte. No fue el único que se vio afectado por esa decisión y he escuchado muchas quejas al respecto (parece que iban con tiempo de sobras), pero no puedo entrar a valorarlo porque desconozco como fue exactamente el tema.

En general terminé contento con el resultado. Creo que podría haberlo hecho algo mejor (siempre se puede hacer mejor), pero no me quejo de absolutamente nada. No tuve problemas físicos, no tuve sustos ni pinché (uno de mis grandes miedos), no me faltó en ningún momento comida ni bebida... En definitiva, disfruté bastante más de lo que sufrí.

Sobre la carrera, algunas cosas a favor y otras en contra, pero como no me considero ningún quejica, reconozco que en general es una marcha que merece bastante la pena. No es barata pero creo que el maillot y los calcetines son de buena calidad y prácticamente con eso la inscripción queda pagada. No fui al avituallamiento final así que eso no lo puedo valorar, aunque sí me fastidió un poco lo de las botellas sin tapón durante la marcha. Por otro lado también entiendo que se actuara así por culpa nuestra (o mejor dicho, por culpa de algunos incívicos), pero yo iba con la idea de llevar siempre una botella en el maillot y me falló, con lo que tuve que adaptarme a esas condiciones. Quizás, el punto que más "feo" me ha parecido ha sido el tema de las fotos. Para empezar, no digo que nadie nos tenga que regalar un pack de 20 fotos de la mejor calidad, pero no pasaría nada porque se tuviera el detalle de regalar una de meta o en algún sitio característico de la marcha como puede ser en La Mussara. Yo soy de los que habitualmente compro las fotos porque me gusta tenerlas de recuerdo y porque, sinceramente, cuando escribo en el blog luce mucho más una crónica con buenas fotos que sin ellas. Mi queja, en ese sentido, viene porque en esta ocasión la empresa Marathon Photos (la misma que me hizo reportajes muy buenos en el Half Challenge de Calella de 2012, en el Challenge de Calella de 2013 y en el Maratón de Barcelona de este año) no se ha esmerado demasiado y la mayoría de las fotos que hicieron fueron en la recta de llegada a meta, probablemente el punto con menos gracia de todo el recorrido si tenemos en cuenta los sitios tan bonitos por donde pasamos. Cuando las vi, además de decepcionarme, mi primera idea fue la de no comprarlas, tanto por considerar que no están a la altura de otras veces como por el precio, pero pasados los días y por lo que he comentado antes, al final me he decidido a coger todo el paquete digital. Puede que haya sido un grave error por mi parte porque mientras haya gente (como yo) que las compre, estas empresas seguirán haciendo las cosas igual y nada cambiará. Pasa lo mismo que con los precios de las inscripciones de las carreras. A ver si en algún momento todo este negocio revienta y se deja de exprimir a los que realmente lo mantienen, que somos nosotros mismos. Está claro que esto es un negocio y me parece perfecto y muy lógico, pero también vendría bien tener un poco más contentos a los participantes a costa de tener un poco menos de beneficio. Creo que no costaría tanto.

Para terminar, os dejo varias fotos de las que acabé comprando, una que me hizo Arancha con Iker a la llegada y los detalles de la carrera según mi Garmin. Al final me salieron algo más de 181 km con casi 3.200 m de desnivel positivo. 






 
 



Ahora lo siguiente ya es este próximo domingo en el Challenge de Salou. La semana que viene espero escribir la crónica para contaros como fue.
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