viernes, 22 de abril de 2016

Crónica Canyon Cambrils Park

El pasado sábado participé en la marcha cicloturista Canyon Cambrils Park. Hace dos años ya la hice e, igual que este, estaba apuntado al recorrido largo, pero aquel día las condiciones meteorológicas no acompañaron y la organización se vio obligada a tomar la decisión de que todos los participantes hiciéramos el recorrido corto de 104 km. Por suerte, este año la cosa cambió y pudimos disfrutar de un día soleado y sin apenas viento, con lo que pude sacarme la espina de hace dos años completando el espectacular recorrido de 184 km con casi 3.000 metros de desnivel positivo acumulado. Desde que me inscribí pensé que esta marcha me serviría como entrenamiento de calidad de cara a Niza, y vaya si me sirvió. Las distancias y los recorridos tienen cierta similitud (aunque el recorrido de la Canyon Cambrils Park sea algo más exigente), así que no podía dejar pasar la oportunidad de hacerla.

La participación en esta marcha (no digo carrera porque no era competitiva y, de hecho, no hay clasificaciones) no condicionó demasiado mi plan de entrenamientos, con lo cual no se puede decir que hiciera ningún tipo de preparación específica las semanas previas ni que llegara descansado el día de la prueba. Lo que sí sabía es que, en general, llegaba en buenas condiciones y que en las últimas salidas en bici me había sentido muy bien.

La marcha empezaba pronto, a las ocho de la mañana, con lo que tocó madrugar. Después de dormir poco (Iker pasó muy mala noche) me desperté algo justo de tiempo, sobre las seis y media. Desayuné con algo de prisa y me fui a Cambrils. No llegué muy sobrado de tiempo pero unos quince minutos antes de las ocho ya estaba colocado en mi cajón. Demasiado pronto. Cuando faltaban diez minutos para la hora de la teórica salida, la organización comunicó por megafonía que la salida se iba a retrasar unos quince minutos, que luego fueron veinte. Las espera allí, en el cajón, rodeado de ciclistas y sin apenas espacio para poder moverme, se me hizo larga y aburrida. Además, a esa hora aún hacía algo de fresco. Finalmente, sobre las 8:20 se dio la salida. Los primeros kilómetros pedaleando por dentro de Cambrils fueron neutralizados y en algún momento se llegó a formar algún tapón, pero sin incidentes que lamentar por suerte. Una vez salimos de Cambrils nos dirigimos a Mont-roig, desde donde íbamos a empezar a subir el primer puerto del día (Colldejou), que coincidía con el tramo cronometrado. Decidí subir con algo de intensidad pero pensando en lo que me quedaba por delante, así que reservé. Hice toda la subida a plato y prácticamente todo el rato fui de pie bailando sobre la bici. No sé si es la forma más correcta pero es como yo me siento más cómodo subiendo puertos. Quizás abuso de ir tanto rato de pie y con poca cadencia, pero insisto en que es como voy mejor y siento que aprovecho más mis pedaladas. Además, hasta la fecha nunca me ha pasado factura ese supuesto esfuerzo extra.

Coroné Colldejou con un tiempo parcial de 33’31” (resultados), subiendo el puerto a una media de 21,5 km/h. No tengo ni idea de la posición general que conseguí con ese tiempo, aunque supongo que estuvo bastante bien. Una vez dejamos atrás Colldejou y la Torre de Fontaubella, iniciamos un tramo sube-baja hasta Falset y de ahí iniciamos la subida hasta Gratallops, cómoda y sin una pendiente demasiado pronunciada. Pasado Gratallops, más o menos en el kilómetro 50, los circuitos se empezaron de separar. Así, los participantes del circuito corto (104 km), fueron los primeros en desviarse hacia la derecha para dirigirse a Torroja del Priorat. Pocos kilómetros después, los del circuito mediano (122 km) hicieron lo propio desviándose en dirección a la Vilella Alta y asi, de golpe y porrazo, me quedé pedaleando solo. Me sorprendió un poco porque pensaba que habría más gente haciendo el circuito largo, pero no fue así. El caso es que desde ese momento (era el kilómetro 55 más o menos) hasta el final fui prácticamente solo. De vez en cuando encontraba algún pequeño grupo de cuatro o cinco ciclistas, pero poco más.

Lejos de agobiarme, creo que de algún modo esta soledad me vino bien. En Niza también me tocará ir solo, así que como simulacro fue genial. La parte negativa fue que quizás me acomodé un poco y no me esforcé igual que si hubiera ido en grupo. Como iba diciendo, pasado Gratallops empezó un largo tramo largo de subida continua que nos llevó a Ulldemolins, cerca del punto más alto del recorrido, pasando antes por la Vilella Baixa, Cabacés, La Bisbal de Falset y Margalef. En Ulldemolins, cuando llevaba algo menos de cuatro horas de marcha, paré por primera vez a rellenar los bidones y a comer algo de fruta en el avituallamiento. Llevaba poco menos de 100 km y hasta el momento había podido ir tirando con las barritas y geles que llevaba desde la salida. Allí sí me encontré algún que otro ciclista pero siempre en grupos muy pequeños. No tardé demasiado en volver a arrancar. Ahora tocaba un tramo rápido de descenso hasta Cornudella pasando por el Coll d’Albarca. En ese tramo de bajada perdí alguna posición, y es que bajando dejo mucho que desear. No es nada nuevo. Cada vez que participo en una carrera o marcha de este tipo me doy más cuenta. Puede parecer una tontería, pero a pesar de que bajando normalmente siempre se va más o menos rápido, a la larga pierdo muchísimo tiempo y en eventos de larga distancia como este podemos estar hablando de entre diez o quince minutos, sin exagerar. El caso es que bajando no voy cómodo, demasiada tensión, demasiado miedo, demasiado freno ante cualquier pequeño giro y todo ello acompañado de muy poca técnica. Ya sé que no me juego nada y que más vale no arriesgar (eso lo tengo clarísimo), pero al menos me gustaría aprender a bajar algo más rápido y con menos miedo. Habrá que entrenarlo...

Una vez en Cornudella, empezamos la siempre complicada subida hasta la Morera del Montsant, el antepenúltimo puerto del día. Subida incómoda y con tramos de bastante pendiente que superé relativamente bien. Subir a la Morera por ese lado resultó incómodo, aunque no llega a serlo tanto como por Escaladei, donde la subida es realmente dura. Aun así, mirad si soy “malo” bajando que prefiero hacer mil veces esa subida desde Escaladei que hacerlo en el sentido opuesto y tener que hacer ese tramo de bajada. No puedo decir que lo pasara mal pero sí que bajé sin soltar la mano del freno. Este tramo de la Morera hasta Escaladei es un camino asfaltado (por llamarlo de alguna manera) que no está en muy buen estado y con alguna pendiente de alrededor del 17%. Si ya no me la había jugado antes, en este punto fui todavía más conservador.

Superada la bajada, suena un poco ridículo pero es así, me sentí aliviado y empezó un tramo de carretera que conozco y que me gusta mucho, desde Escaladei hasta Poboleda y de ahí hasta el desvío donde empezamos el ascenso hasta el Coll de Porrera. Dejando la dureza del recorrido al margen, sólo puedo decir que me siento afortunado de disponer de zonas y carreteras así para entrenar en bici. Esa zona del Priorat es espectacular y tiene unos paisajes increíbles, además de carreteras en muy buen estado y poco transitadas. Lo dicho, un lujo poder tener esto tan a mano. Subiendo el Coll de Porrera volví a encontrarme con un grupo de ciclistas e hicimos parte de la subida juntos. El final estaba cada vez más cerca y había que quemar los últimos cartuchos, así que subí con fuerza y poco a poco les dejé atrás. Subí bien y llegué al punto más alto del puerto bastante fresco. La correspondiente bajada hacia Porrera no la hice del todo mal, entre otras cosas porque no es demasiado técnica y la carretera es bastante ancha. Aún así, fui con cuidado.

Habiendo dejado atrás Porrera ya sí que sólo faltaba hacer el último puerto, el Coll de la Teixeta, y de ahí hasta el final disfrutaríamos de unos 30 km de bajada. Antes de empezar la subida me encontré con Xavi. No participaba en la marcha pero había salido a entrenar y estaba por la zona, así que cuando nos encontramos se unió e hicimos los últimos kilómetros juntos. Una vez arriba, paré en el último avituallamiento y rellené un bidón. En teoría ya estaba todo el trabajo hecho y sólo faltaban los últimos kilómetros de bajada, donde podríamos disfrutar de la bajada por el Coll de la Teixeta hasta Duesaigües y Riudecanyes. Bajamos bastante rápido a pesar de la carretera estrecha y alguna que otra curva cerrada. Cumplimos el trámite sin ningún percance y llegamos a Montbrió para encarar los últimos 10 kilómetros en llano. No soy buen rodador, pero en aquel momento hasta agradecí pasar por algún tramo que no fuera de subida o bajada. En ese momento se unió a nosotros un grupo de cinco o seis ciclistas más y de ahí hasta el final algunos fuimos dando relevos (no todos, hay que decirlo) hasta el final. Lo que en principio iban a ser unos últimos kilómetros tranquilos se convirtieron en una tortura. Mi estómago empezaba a reclamar combustible y me sentía un poco vacío, pero aún así aguanté el tirón y di todos los relevos que pude. Esos últimos diez kilómetros los hicimos muy rápido y enseguida llegamos a Cambrils. Durante la marcha no tuve demasiado en cuenta el tiempo que llevaba ni el tiempo que podría hacer, pero en los kilómetros finales me dio por hacer cálculos y se me metió en la cabeza la idea de bajar de las seis horas y media. Antes de empezar hubiera firmado hacer entre 6h30’ y 6h45’, pero tal y como se había desarrollado la carrera sabía que podría bajar de ese tiempo. No me sobró mucho margen, pero finalmente pasé por meta parando el crono en un tiempo de 6h29’43” (resultados). Por poco, pero objetivo cumplido.

Terminé contento pero con la sensación de que podría haberlo hecho algo mejor, sobre todo si supiera bajar en condiciones. Además de eso, no me gustó la sensación de hambre con la que terminé la prueba. Está claro que no comí lo suficiente sobre la bici y eso aquí no, pero en el Ironman puedo pagarlo muy caro, así que tocará entrenarlo. En la Polar Gran Fondo La Mussara (de aquí a tres semanas) tendré una nueva oportunidad de hacer mejor las cosas.

Para terminar, os dejo el gran reportaje fotográfico (a precio razonable) que hizo la organización y los detalles del Garmin. A propoósito de la organización, he de decir que estuvo bastante bien en general aunque un poco floja en el avituallamiento final-comida (pasta con atún), donde no se tuvo en cuenta ni a los vegetarianos ni a los celíacos. Era o eso, o eso, sin ninguna otra opción. Entiendo que éramos muchos, que cuesta atender a todo el mundo y que la inmensa mayoría de los participantes ni son vegetarianos ni tienen problemas con el gluten, pero creo que a las alturas en las que estamos y con la cantidad de opciones que hay hoy en día se podrían barajar más opciones para cubrir las necesidades u opciones de todo el mundo. Al margen de eso, todo muy bien. Para repetir siempre que se pueda.











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