viernes, 29 de abril de 2016

Crónica IV Infinitri Triatlón MD Peñíscola


Tercera semana consecutiva de competición y primer Half de la temporada. Tras escuchar muchos y muy buenos comentarios sobre el Infinitri Half de Peñíscola, el pasado mes de agosto decidí inscribirme a este triatlón con la idea de que me sirviera como un muy buen entreno de cara al Ironman de Niza, para el que ya falta menos de un mes y medio. Este triatlón encajaba perfectamente en el calendario y sus recorridos guardan cierta similitud con Niza, así que me animé y ahora, después de haberlo hecho, puedo decir que acerté de lleno. Pero como siempre, vayamos poco a poco.

El viernes por la tarde, después de comer, Arancha, Iker y yo salimos desde Tarragona para encontrarnos pronto con Xavi, sus padres y su hermana y dirigirnos a Peñíscola.  Llegamos pasadas las seis de la tarde y fuimos recibidos por una fina lluvia. Allí enseguida nos encontramos con Raquel, Joanra, Melani y Kyny, que habían llegado a Peñíscola el día antes. Antes de cenar, nos dio tiempo a dar un paseo por el pueblo, subir al castillo y, de paso, hacernos una idea de lo que iba a ser el recorrido de la natación. Un poco despúes llegaron también Sara y Laura, que vinieron a pasar el fin de semana con nosotros también. Por la noche el grupo tan grande se separó y Xavi y yo fuimos a cenar al piso que habían alquilado Raquel, Joanra, Melani y Kyny para el ese fin de semana largo y aprovechamos para ir haciendo la carga de hidratos.

El sábado por la mañana, sobre las nueve y media, había quedado en la puerta del hotel con Xavi, Joanra y Kyny para salir a trotar un rato y, de paso, reconocer un poco el teórico recorrido de carrera a pie. El día antes de una competición no se suelen tener unas sensaciones demasiado buenas (al menos yo) y entre eso y el recorrido a pie con tanto tobogan en los primeros kilómetros no terminé muy convencido. Tenía la intención de correr a un ritmo alto el día siguiente y con ese perfil iba a ser más complicado de la cuenta. De todas formas, aún con esas malas sensaciones y arrastrando algo de cansancio por las últimas duras semanas de entrenamiento que llevaba en las piernas, me sentía confiado. Después del trote mañanero nos dimos una ducha y fuimos a la feria a recoger los dorsales, pulsera y gorro de natación. Empezaba así el largo día de ir de un lado para el otro para cumplir con todos los “trámites” necesarios (briefing, check-in de la bici en boxes,...). A pesar que el sábado hizo un día muy bueno, las previsiones para el domingo no eran tan buenas. Aunque no se esperaba nada de lluvia sí que todo hacía indicar que el viento iba a soplar, y de qué manera (en todas las previsiones de internet auguraban rachas de viento de más de 60 km/h). El sábado por la tarde también vinieron a Peñíscola la prima y los padres de Joanra. Cuando ya lo tuvimos todo hecho, pasadas las siete de la tarde y ya con toda la “expedición” al completo, fuimos a dar otro paseo por la zona del castillo y sus calles. Después, cena lo más pronto posible y al hotel a descansar. Como ya sabía, entre unas cosas y otras me fue imposible acostarme antes de las once y media y el despertador iba a sonar a las cinco y cuarto, con lo que el tiempo de descanso no iba a ser el deseado.

Por lo menos dormí muy bien y aproveché las pocas horas de sueño de las que disfruté (en esta ocasión Iker durmió como un tronco). Como soy tan especial con lo que como, me llevé de casa el desayuno y no bajé al buffet del hotel. Así, pude cumplir con mi ritual y me comí un plátano, bebida de arroz con semillas de chía y muesli y una rebanada de pan integral con crema de cacahuete. A las seis de la mañana había quedado con Xavi en la puerta del hotel para pasar a recoger a Joanra y Kyny y dejar todo lo necesario en boxes. A esa hora de la mañana hacía bastante frío y, por desgracia, las previsiones de viento se habían cumplido. Si ya de por sí no se preveía una carrera fácil, esto iba a complicar todavía más las cosas. Cuando lo tuvimos todo hecho en boxes volvimos a casa de Joanra y Kyny a resguardarnos del frío y a ponernos los trajes de neopreno con tranquilidad, con tanta que cuando faltaban menos de diez minutos para que llamaran a Xavi (salía en la segunda salida) aún estábamos en casa. Del calentamiento mejor ni hablamos aunque sí que nos dio tiempo de tocar el agua. Comparado con lo de dos semanas atrás en el Ebro, la de Peñíscola me pareció estar a una muy buena temperatura. Antes de salir, en la playa, me encontré con Eric. Es muy buen nadador y todavía mejor ciclista, así que en ese aspecto sus tiempos me servirían de referencia para saber de que manera me encontraba yo.

Como decía, Xavi salió en la segunda tanda (después de los federados de la Comunidad Valenciana) mientras que Joanra, Kyny y yo hicimos lo propio en la tercera. Por problemas con la Federación Catalana de Triatlón corrí como no federado a pesar de disponer de licencia. Fue un hecho sin demasiada importancia que, en la práctica, sólo retraso mi salida tres minutos respecto a los federados y la hizo un poco menos numerosa que la segunda. Mejor.

A las 7:40 dieron la salida de nuestro grupo y, como ya nos habían informado, los primeros 120 o 130 metros los hicimos caminando. El agua apenas nos cubría a la altura de los tobillos y era imposible nadar. Esos primeros metros los hice con calma, caminando tranquilo cerca de Kyny y Joanra. Pasados esos primeros metros, cuando el agua empezó a cubrir lo suficiente como para dar brazadas, me tiré al agua y ahí empezó mi natación. El circuito, de unos 2.100 metros, tenía la peculiaridad de empezar y terminar en playas diferentes, debiendo bordear el espectacular castillo de Peñiscola. Hasta la primera boya no hubo ninguna complicación. Puede que fuera el inicio de natación más cómodo que he hecho hasta ahora, ni un golpe, sin oleaje, respirando muy tranquilo... Incluso el giro en la primera boya lo hice sin encontrarme ningún tapón como pasa habitualmente. Una vez hecho el giro a la izquierda, empezamos a bordear el castillo. En ese momento me desvié un poco y me fui pegando demasiado al espigón sin contar que la siguiente boya estaba algo separada de la pared para dejar una distancia de seguridad entre nosotros y las rocas. La pérdida de tiempo y los metros nadados de más no fueron graves. Rectifiqué el rumbo y a los pocos segundos ya estaba en la línea correcta. Durante el tramo en el que bordeamos el castillo tuvimos algo de corriente en contra que nos tiraba hacia dentro y hasta se notó cierto oleaje, haciendo que algunas de mis brazadas se perdieran directamente en el aire y no cogieran agua. Después de bordear el castillo, ya sólo faltaba volver a girar a la izquierda y dirigirse a la zona de transición. Como siempre, esa última recta, cuando crees que ya lo tienes todo hecho y empiezas a ver el arco de llegada, es el tramo que más largo se me hizo. En aquel momento decidí aumentar un poco el ritmo. Me sorprendió adelantar a varios triatletas con los gorros blancos (segunda salida), incluso a alguno con gorro rojo (de la primera), que habían salido unos seis minutos antes que nosotros. Supuse que no habría nadado tan mal, y así fue. Completé los algo más de 2.100 metros en un tiempo oficial de 36’09” (parcial 205). Salí contento del agua aunque con la sensación (de siempre) de haber podido dar algo más. Aún así, lo di por bueno.



La T1, como es habitual en mí, me la tomé con relativa calma. Siempre prefiero asegurarme de secarme bien los pies y quitarme la arena que ir con prisas y poder lamentarlo luego. Aún así, tras cuatro minutos largos estaba iniciando el sector bici. Los primeros kilómetros en bici fueron los peores momentos de toda la carrera. Mucho viento en contra, recorrido con ligera pendiente ascendente y yo, sin demasiada fuerza en las piernas. Me costó mucho arrancar. Lo menos malo es que en subida siempre me defiendo bastante bien y, aún sin encontrarme del todo cómodo, fui recuperando alguna que otra posición. En ese tramo de 15 km de salida de Peñíscola en dirección a Càlig, donde empezaban las dos vueltas, alcancé a Xavi. Comentamos un poco como nos había ido la natación pero enseguida nos separamos. A partir del kilómetro 20, llegando a Sant Jordi, fue cuando empecé a sentirme relativamente bien. Ahí dejamos de subir y empezamos con los toboganes. Además, después de ese giro el viento dejó de darnos de cara y, aunque tampoco lo tuvimos a favor, no molestaba tanto. Tras la zona de toboganes llegó la subida a Cervera, el punto más alto del recorrido y con el desnivel más exigente. La verdad es que disfruté mucho de esa subida porque estaba pasando por mis mejores momentos sobre la bici. La bajada ya fue otra cosa. Si ya soy justito bajando, el viento, la bicicleta de triatlón y las ruedas de perfil, no invitaban a muchas alegrías, así que bajé con cuidado. Como es lógico, perdí posiciones pero preferí no jugármela. Durante la misma me crucé, primero con Xavi y, un poco más atrás, con Joanra y Kyny. Sin darme apenas cuenta estaba finalizando la primera vuelta y la cosa, tras un mal comienzo, empezaba a pintar distinto. El final de la primera vuelta, marcado por una gran recta en bajada en la que, en condiciones normales, se podría haber corrido muchísimo, la hice agarrado al manillar con todas mis fuerzas después de haber intentado acoplarme y salir casi volando por el viento. Ahí me llevé un pequeño susto y no me quedaron ganas de arriesgar más. La segunda vuelta en general fue más cómoda y más rápida. Mi estado de ánimo había mejorado muchísimo y, de esa forma, parecía que el viento soplaba menos y que las pendientes eran menos pronunciadas. Antes de empezar a subir por segunda vez a Cervera adelanté a Bernardo, un compañero de entrenos que competía como federado de la Comunidad Valenciana. Tras completar la segunda subida a Cervera y la correspondiente bajada, donde me volví a cruzar con Xavi pero ya no con Joanra y Kyny, llegué al tramo de 15 km de enlace entre Càlig y Peñiscola. Lo que de ida había sido un infierno, ahora fue un tramo rapidísimo, con el viento soplando un poco a nuestro favor y la carretera en continua bajada. Últimos kilómetros en bici y, sorpresa! De repente escuché la voz de Eric que, inesperadamente, estaba detrás de mío. Eso acabó por subirme la moral. Eric es muy buen ciclista y tenerlo detrás significaba, a priori, que yo estaba haciendo un buen tiempo en bici. Eso me dio fuerzas y, entrando ya en los últimos kilómetros, apreté y llegué a la T2 unos segundos antes que él. El tiempo final en bici, tras 90 km y unos 1.200 metros de desnivel positivo, fue de 2h53’34”, consiguiendo el parcial 173.





Segunda transición muy rápida en poco más de minuto y medio y a correr. No sé como definir esta parte de la carrera, pero la sensación que tuve fue espectacular. Nunca había corrido tan rápido ni tan cómodo en un triatlón de media distancia pero supongo que los entrenamientos largos de las últimas semanas están haciendo su efecto. Prácticamente sin notar esfuerzo empecé a correr por debajo de 4’/km (pasé el primero en 3’53”). Suponía que no iba a ser fácil mantener un ritmo alto y antes de empezar a correr hubiera firmado mantener un ritmo medio de 4’15”/km a lo largo de los 20 km, pero no. Eso se quedó corto esta vez. Ni los toboganes ni el tramo de camino de arena compacta (aunque con mucha piedra suelta) me frenaron. En los primeros kilómetros adelanté a Manel (ex compañero de trabajo y otro “animal” en bici) y pasé el diez mil en 40’20”. De locos! Lo mejor de todo es que no corría forzado. No diré que corrí sin esforzarme pero sí que lo hice con suficiencia a un ritmo que sabía que podría mantener durante los 20 km. Y así fue. Hice un tramo a pie muy constante sin apenas altibajos en mi ritmo, disfrutando del momento, del entorno y del paisaje y, aunque suene un poco cursi, del placer que da vivir la vida de esta manera. Antes de que pudiera darme cuenta, ya estaba corriendo sobre la alfombra roja para entrar en meta. Iba rápido pero mirando a ver donde estaba Arancha para entrar de la mano de Iker. Aún así, me lo pasé de largo y cuando les vi tuve que volver unos metros hacia atrás para cogerle en brazos. En los últimos metros me paré a caminar, puse a Iker en el suelo y le cogí de la mano. Vi que por detrás venían un par de triatletas y, muy deportivamente, se quedaron detrás nuestro, a lo que yo respondí dejándoles pasar. Ya estaba todo hecho y ahora daban igual los segundos arriba o abajo y la posición en la clasificación general, se trataba de disfrutar del momento con las personas que más quieres y eso hice. Finalmente, entré en meta con un tiempo de 4h54’14”, terminando el 77 clasificado de la general (resultados) y habiendo hecho los 20 km de la carrera a pie en 1h18’02” marcando el 20º mejor parcial. Sin palabras.






Llegada a meta de Xavi
Llegada a meta de Kyny y Joanra
Para ser sinceros, no esperaba un resultado así. El de Peñíscola es un half bastante duro y en principio me conformaba con terminar entre 5h10’-5h15’, pero la cosa salió muy bien en general a pesar de la gran incomodidad del viento en bicicleta. Sin eso estoy convencido que el resultado hubiera sido mucho mejor.

En cuanto a mis compañeros y amigos, todos bastante bien. En cuanto a los miembros del USK Team, Xavi terminó en 5h47’02” y Joanra y Kyny entraron juntos a meta en 5h59’59”. Por su parte, Eric hizo 5h06’46”, Manel 5h13’39” y Bernardo 5h17’51”.



Antes de terminar y agradecer el apoyo de todas las personas que compartieron con nosotros el fin de semana, colgar fotos, los resultados del Garmin, etc., me gustaría decir un par de cosas. La primera de ellas sobre el drafting. Estamos de acuerdo en que éramos muchos y que en según que tramos de carretera estrecha, sobre todo al principio, era difícil ir solo. Pero no siempre fue así y la gente se pasó el tema del no drafting por el forro. No sé cuantas tarjetas enseñaron los jueces por ese motivo pero mucha gente hizo trampas, así de claro. Vuelvo a decir que en algunos tramos fue complicado ir a 10 metros del de delante, pero en muchos otros casos vi una clara intención de muchos de ir a rueda. La pena es que no fueron casos aislados y por desgracia vi muchos. Que cada uno cargue con su conciencia. Y la segunda cosa que me gustaría comentar es que, ¿para cuando tarjetas o descalificaciones a los “guarros” que tiran envoltorios de geles y barritas al suelo sin ningún miramiento? Ahí lo dejo. Como con el tema del drafting, que cada uno piense lo que hace pero desde luego creo que no cuesta nada meter el envoltorio en el mismo sitio de donde lo coges, ya sea en los bolsillos del tri mono o en alguna bolsa de la bici.

Ahora sí, habiendo hecho este par de apuntes, toca agradecer a todos los que compartisteis conmigo este fin de semana. Gracias como siempre a Arancha e Iker por aguantar lo que aguantáis, a Xavi y su familia (padres y hermana) por tantas atenciones y ayuda, a Melani, Raquel, Kyny (además de triatleta, hizo de cocinero), Joanra y sus padres (sponsors del club) y prima y a Sara, Laura y Òscar (que ya no sé cuantas veces han venido a acompañarnos y compartir con nosotros días así). Aunque el triatlón sea, en teoría, un deporte individual, experiencias como la de este fin de semana se disfrutan más en equipo. Personalmente, creo que nunca antes había disfrutado así del deporte ni de unos amigos y compañeros como los que tengo la suerte de tener a mi lado. Gracias a todos y a pensar en la siguiente!


Para terminar, os dejo alguna foto más y los resultados del Garmin. Aquí hay un pequeño fallo ya que no sé si fui yo o en algún roce con alguien mientras todavía nadaba, pulsé el botón de inicio de transición antes de salir del agua y me marca la natación en 32’56”, una primera transición más corta de lo que fue en realidad y una bici unos minutos más larga. Por lo demás, todo está correcto.

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