Vamos con la crónica de la Cursa Solidària de Port Aventura que ya llevo cierto retraso. Este pasado domingo tocaba cambiar el chip y, a diferencia de la semana pasada en los 10k de “Tarragona 2017” donde lo di casi todo para conseguir lo que me había propuesto, llegaba a Port Aventura sin un objetivo claro, sin ambición por conseguir ninguna marca concreta y sin demasiadas ganas de sufrir. Sólo correr para disfrutar (aquí hay que matizar que cuando vas fuerte a por un objetivo, de alguna manera o de otra disfrutas sufriendo). Sin embargo, esa tranquilidad con la que encaraba la prueba y que supuestamente me haría disfrutar más de la carrera se volvió contra mí y me hizo correr algo desganado y apático. No sé exactamente por qué pero fue una sensación extraña que nunca me había pasado. Es verdad que el día no acompañaba, no hacía demasiado frío pero llovía. La recogida del dorsal fue rápida y después de eso y en vista de la lluvia y de la pereza que se estaba apoderando de mí, no calenté ni un solo segundo. Me limité a estirar cinco minutos y el resto del tiempo estuvimos a cubierto resguardándonos de la lluvia. Poco antes de las nueve, hora en la que daba comienzo la carrera, fui a colocarme para salir y cometí el error de quedarme demasiado atrás. Una cosa es que no quisiera ir a tope y otra muy diferente es que quisiera hacer los primeros metros caminando. Eso tampoco. Éramos más de 700 personas y hasta que pude empezar a correr pasaron bastantes segundos. Así, entre la dificultad para encontrar espacios y poder correr y que me costó arrancar de lo frío que estaba, el primer kilómetro lo pasé en unos muy tranquilos 4’52”. A partir de ahí, se abrieron los espacios entre corredores y pude ir a mi ritmo. Apreté un poco para que el “entrenamiento” sirviera de algo y busqué mantener un ritmo cercano a los 4’/km durante toda la carrera (es lo que necesitaré en la Mitja de Tarragona). Los tres primeros kilómetros de la carrera transcurrían por los caminos que van hacia los campos de golf y por uno de los hoteles del parque y entre el tercer y cuarto kilómetro corrimos por dentro del mismo. Fue el tramo más entretenido. Entramos por la Mediterránea y fuimos hasta China pasando por la zona infantil de Sésamo Aventura. En China, pasamos por debajo del Dragon Khan y Shambala para volver a salir del parque y correr rodeando hoteles, parque acuático y aparcamientos. En cuanto al recorrido tengo que decir que si hubiera ido a hacer un buen tiempo, hubiera sufrido. No era excesivamente duro ni exigente pero sí que tenía muchos sube-baja que en algún momento podían romperte el ritmo. Otra cosa a destacar fue que, a diferencia de lo que es habitual, mi Garmin marcaba mucho menos que lo que lo hacía los puntos kilométricos de la organización. La explicación fue que debido a otros actos que había alrededor del parque decidieron recortar el circuito unos 500 metros.
Al final, llegué a meta con un tiempo de 40’40” (al no haber alfombra en la salida habría que restarle unos veinte segundos que tardé en pasar por debajo del arco) entrando en la posición 97 (el 62 de mi categoría) de 735 corredores (resultados). No está mal teniendo en cuenta todas las circunstancias de la carrera pero, como he dicho antes, terminé con una sensación extraña y no demasiado agradable. Al final me quedé a medio camino entre disfrutar y sufrir y no hice ni una cosa ni la otra. Hasta se me hizo pesada la carrera y eso que en teoría tenía que ser algo diferente de lo que estamos acostumbrados. A lo mejor le doy demasiadas vueltas a esto y simplemente no era mi día, pero seguro que me servirá para encarar otras carreras en el futuro.
Poco más que añadir sobre esta carrera. Ahora ya toca pensar en la Behobia-San Sebastián de este domingo, donde sí intentaré hacer un buen papel y dar un poquito más de mí que este pasado domingo. De momento, dejo alguna foto de la carrera de Port Aventura y los resultados del Garmin.
Muy pequeñito, bajo el Dragon Khan y Shambala |
No hay comentarios:
Publicar un comentario