Con el tan deseado y merecido descanso en el que vivo inmerso durante esta última semana y media, es un buen momento para recapitular y ver cuánto ha dado de sí esta temporada a lo largo de sus cincuenta semanas, analizar lo bueno y lo menos bueno (soy optimista y no quiero ver nada malo) y sacar alguna que otra conclusión de cara al futuro.
Para empezar, y viendo el vaso medio lleno, he de reconocer que esta temporada ha sido mucho mejor de lo que esperaba en un principio, ya que no tenía demasiadas esperanzas puestas por dos razones. La primera, por el nacimiento de Iker. En el tema deportivo, tenerle ha supuesto tiempo, cansancio y sueño acumulado y algo de dificultad añadida a la hora de cuadrar entrenamientos, pero poco más. Puede que el seguir entrenando me haya restado tiempo que compartir con él, pero a pesar de todo, considero que he dispuesto del necesario para no descuidar mis obligaciones y para disfrutar de una experiencia muy enriquecedora en todos los sentidos. En este caso, cualquier sacrificio a la hora de cambiar y adaptar entrenos por él, la persona más importante de mi vida, ha merecido la pena. Conclusión: si se quiere, se puede, aunque haya que sacrificarse más de lo deseado. Y el segundo tema por el que no esperaba o no tenía una gran ilusión puesta en esta temporada, era la ausencia de un triatlón de larga distancia en el que competir. Quizás una cosa fue ligada a la otra y teniendo en cuenta que el peque llegaría en noviembre y los primeros meses presentíamos que serían especialmente duros, opté por dejarlo para otro momento. Puede que eso restara motivación, pero estoy convencido de que hice bien. No quería perderme muchas cosas ni, por supuesto, presionarme más de la cuenta y convertir una afición y algo que hago porque me gusta y me llena en una especie de obligación. Así,
A cambio de no hacer larga distancia, busqué alternativas que me llenaran y, por supuesto, las encontré, centrándome en el Maratón de Barcelona del mes de marzo y planteándome ese reto de ser sub 3 horas. El camino hasta Barcelona no fue fácil aunque, sin que pueda parecer prepotente, sí más de lo esperado, consiguiendo el objetivo con relativa facilidad (y muchísimo margen; 2h51’37”) y disfrutando como pocas veces durante toda la carrera. Además, por el camino fui consiguiendo marcas personales en 10 km (Aranjuez; 36’54”) y en medio maratón (Cambrils; 1h21’29”). Casi puedo decir que Iker, en lugar de traer un pan, trajo un montón de marcas personales bajo el brazo. Esa marca en el Maratón de Barcelona fue, quizás, la satisfacción más grande de toda la temporada.
A partir de marzo, con la temporada de triatlón cerca y habiéndole pillado el “tranquillo” a eso de ser padre, me dediqué a preparar cuatro triatlones de media distancia: L’Ametlla de Mar, Salou, Balaguer y Menorca, todos ellos muy diferentes entre sí y consiguiendo una nueva marca personal en Salou parando el crono en 4h41’20”.
Esta temporada, además, he tenido la suerte de saborear lo que es subir al podio. Lo hice en los 10K de la Canonja, terminando primero del club, y lo debería haber hecho en el Speed Trail de Tarragona (21K), donde quedé tercero de mi categoría pero no subí porque me fui antes de tiempo sin ser consciente de ello. También me quedé muy cerca del podia en el Cros de Torredembarra y, de no equivocarme en el recorrido, lo hubiera hecho en el Trail de Creixell, pero eso ya son suposiciones.Todo esto en cuanto a resultados.
Otro tema por el que estoy muy satisfecho es por como me han respetado las lesiones. No lo diré muy alto, por si acaso, pero igual que el año pasado, no he tenido ninguna y he podido entrenar sin molestias ni impedimentos durante todas las semanas de la temporada. No sé si influirá la adaptación del cuerpo a tantas horas de entrenamiento, la alimentación que sigo o incluso la suerte, pero llevo muchísimo tiempo sin problemas musculares ni articulares y eso siempre es de agradecer. A veces no lo valoramos lo suficiente pero mantenerse sano y no lesionarse es lo más importante de todo. Espero y deseo poder mantenerme así durante toda la temporada que viene y muchas más.
Y tras tantas buenas noticias y cosas que celebrar, un lunar: la bici. Como ya he dicho en otras ocasiones, la considero la parte más importante en un triatlón de larga distancia y en la que más lejos estoy de donde me gustaría. Es verdad que este año no he empeorado y que la he entrenado muy poco (apenas 130 km por semana de media), pero no me quedo satisfecho. El caso es que sigue pasando el tiempo y todo sigue igual. No sé cual es la solución pero tarde o temprano daremos con ella. Estoy convencido (a pesar de que creo que esto ya lo he dicho en varias ocasiones…).
En cuanto a números y para los amantes de las estadísticas, esta temporada he entrenado un total de casi 477 horas, nadando unos 240 km (menos de 5.000 metros semanales), pedaleando unos 6.800 km (como ya he dicho, algo más de 130 semanales) y corriendo algo menos de 2.000 km (unos 39 semanales). Como veis, no son cifras desorbitadas y no me he dedicado a hacer el bruto. Puede que eso tenga bastante que ver con lo de no lesionarme. Aún así, pienso que nadando y en bici la cosa ha quedado un poco floja…
En definitiva, creo que puedo decir que a pesar de no haber competido en ningún triatlón de larga distancia (no todo va a ser eso), esta temporada ha sido, en líneas generales, la mejor que he hecho hasta ahora. Faltan muchas cosas por mejorar y seguro que mi mejor carrera aún está por llegar, pero termino contento y, lo más importante, con ganas de seguir sumando competiciones, experiencias y logros, por pequeños que sean. Ahora, tras este descanso de dos semanas en el que he aprovechado para hacer una necesaria desconexión del deporte, el próximo lunes 19 de octubre empezaré una nueva temporada con energía renovada y con más ganas que nunca. Las personas más cercanas a mí ya conocen cuales son los próximos e ilusionantes objetivos pero, a los que no, os mantendré informados en la próxima entrada. En cuatro días arrancamos!!!
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