viernes, 2 de octubre de 2015

Crónica Speed Trail Tarragona (UTTGN)

Tan solo seis días después de haber participado en el Half de Menorca, llegaba una nueva competición, esta vez al lado de casa. Se trataba de la primera edición del Ultra Trail Tarragona, con cuatro distancias de 12, 21, 42 u 84 km a elegir. Acertada o desacertadamente decidí hacer la de 21 km. Puede que lo más sensato hubiera sido hacer la más corta, pero finalmente opté por la modalidad llamada Speed Trail Tarragona. Lo que tenía claro es que no llegaría en el mejor de los momentos, ya que seis días de descanso tras un half no creo que fuera suficiente para volver a estar en plenas condiciones físicas aunque aparentemente me sintiera bien. El caso es que eso daba igual, era una carrera atractiva, al lado de casa y, además, gracias a mi entrenador que colaboró con la organización, todos sus "pupilos" tuvimos un precio especial. Demasiadas cosas como para decir que no a esta carrera.

Durante la semana realmente entrené poco. Incluso menos de lo previsto. Sólo hice dos rodajes a pie cortitos, uno el martes, aún en Menorca, para comprobar que todo estaba en orden tras el half y otro muy suave el viernes por la tarde pocas horas antes de la carrera. De lo demás, nada. Quizás debería haber hecho un par de sesiones suaves en el agua para intentar acelerar un poco la recuperación pero por unas cosas o por otras me fue imposible. De todas formas, creo que lo más importante era sentirse lo más descansado posible, tanto física como psicológicamente, el día de la carrera.

Y llegó el sábado. Mi carrera empezaba a las nueve y como la salida, en la Plaça de la Font, apenas estaba a 500 metros de casa, no me levanté excesivamente pronto. Desayuné tranquilo y sobre las ocho salí de casa para recoger el dorsal y la bolsa del corredor. Fue tan rápido que después de recogerlo todo aún me dio tiempo de volver a casa a dejar las cosas. No tuve que usar ni el guarda ropa. Una vez hecho todo ya sí, volví a la Plaça de la Font y después de pasar el control del material, en nuestro caso móvil con la batería cargada y sistema de hidratación, me situé en la línea de salida. La verdad es que iba un poco a ciegas en esta carrera. No me había preocupado demasiado por conocer el recorrido. Únicamente sabía que empezábamos corriendo por las diferentes playas de Tarragona y que en total tenía unos 700 metros de desnivel positivo. Lo demás era todo una sorpresa. Con lo que me la jugué, por llamarlo de alguna manera, es con el calzado. En lugar de ponerme las zapatillas de trail, algo más pesadas, decidí usar las Asics Cumulus, de asfalto y con las que me siento muy cómodo. Lo hice convencido de que el recorrido no sería demasiado técnico y creo que acerté, a pesar de que en algunos momentos, sobre todo corriendo por tramos de piedras, no me hubiera ido mal llevar un calzado más apropiado. Comento esto porque antes de la salida me estuve fijando y casi todos los corredores llevaban calzado de montaña, cosa que me generó algunas dudas.

Según lo previsto, a las nueve dieron la salida y empezamos a correr. Desde la plaza del Ayuntamiento nos dirigimos enseguida al Anfiteatro para, poco después, llegar hasta la playa del Milagro donde empezaba verdaderamente el trail. Allí, empezamos a bordear la costa por caminos, por llamarlo de alguna manera, con mucha roca. Mira que paso veces por allí corriendo por el paseo y nunca se me había ocurrido que también se podía hacer por las rocas, qué duro y que entretenido es! Intenté ir con cuidado, sobre todo para no torcerme los tobillos, ya que soy muy dado a ello cuando corro por montaña, y por suerte salí vivo de aquel primer tramo. Luego llegaron los tramos por la arena de las diferentes playas, atravesando toda la Arrabassada y toda la Savinosa y parte de la Larga donde pude aumentar un poco el ritmo. A mitad de la playa Larga, más o menos, giramos a la izquierda y, atravesando una urbanización, nos adentramos en el bosque. En ese momento llevábamos algo menos de seis kilómetros de carrera. Hasta ahí había ido regular. Las piernas no tiraban lo que quería aunque el ritmo era aceptable. No sabía mi posición exacta dentro de la carrera pero estaba casi seguro que entre los diez primeros. Pasando por esa urbanización adelanté a un corredor, al que fui recortándole bastante distancia mientras corríamos por la arena de la playa, y a partir de ahí empezó para mí una carrera prácticamente en solitario. Eso como siempre tiene dos caras. La buena es que cuando vas solo, muy solo como era el caso, normalmente es porque estás en los primeros puestos de carrera. Por contra, en la montaña, donde es más fácil confundirse de camino (y más cuando el que corre soy yo) yendo solo si cometía algún error me podía costar muy caro.

Como decía, hasta ese momento no me había sentido especialmente bien, pero a partir de entrar en el bosque la cosa cambió. Me empecé a sentir muy bien, ligero y con fuerzas para apretar cuando hacía falta. En el kilómetro nueve, aproximadamente, paré unos segundos en el primer avituallamiento y rellené mi bidón de Powerade hasta la mitad. No hacía un calor terrible pero iba empapado de sudor, tanto que mi dorsal se me estaba deshaciendo. En el avituallamiento aproveché para echar un poco la vista atrás y vi que no tenía a nadie cerca. Poco después de la zona de avituallamiento empezó una subida y un voluntario que había al inicio de la misma me animó y me dijo que tenía a poco más de un minuto a un par de corredores. Eso me animó y subí con ganas. Al final de la subida había gente animando y comentándome lo mismo que el otro voluntario, así que tenía que intentar darles caza. Pero la alegría duró poco. Al empezar la bajada, en un cruce no vi las señales (porque estar, estaban) y en lugar de girar a la izquierda por un sendero, continué bajando por una pista, que era más fácil. Ole yo! Y seguí hasta que alcancé a un ciclista y a dos chicas que iban corriendo por esa pista y les pregunté si por ahí pasaba la carrera. Me dijeron que no, que tenía que volver a subir y girar hacia la derecha. Rápidamente me di la vuelta y subí por donde había bajado. Mientras subía me volví a encontrar al corredor que había adelantado poco antes, que también se había confundido, y juntos nos pusimos a buscar el camino correcto. Lo encontré bastante rápido, grité al otro corredor para indicarle el camino correcto y a continuación seguí mi camino nuevamente en solitario. Dentro de lo malo, el despiste no me había costado perder ninguna posición pero si entre tres y cuatro minutos que hubieran valido su peso en oro.

Continué corriendo a buen ritmo y disfrutando mucho del recorrido, en esa parte de la carrera bastante cómodo y rápido. Lo de alcanzar a los corredores que tenía delante, con el error que había cometido, quedó en algo impensable y dejé de ni siquiera planteármelo. Sobre el kilómetro catorce tocaba encarar una larga subida que tardé unos diez minutos en coronar. A partir de ahí empezaba el tramo más rompe piernas del recorrido, con cuatro zonas de sube baja que hicieron algo de daño. A partir del kilómetro dieciocho me empezaron a abandonar las fuerzas. Empecé a sentirme cansado y cada subida me costaba una barbaridad. Lo menos malo era que a esas alturas el final estaba cerca, o eso pensaba, y cuando llegamos al camino del Loreto, ya muy cerca de Tarragona, pensé que ya lo tenía hecho. Pero no fue así, los kilómetros continuaban pasando y en el 21, supuestamente cuando ya debería haber terminado, aún estaba metido en el bosque. Si no hubiera sido porque a esas alturas me había empezado a encontrar con gente de la distancia más corta y nuestros caminos se juntaban al final, hubiese empezado a pensar que me había equivocado. Esos metros finales se me hicieron muy largos. Me costaba correr en las subidas, por pequeñas que fueran, y caminé más de la cuenta. Qué rabia! Además, por momentos estuve desorientado y perdí las referencias de lo que podía quedar para terminar, cosa que me desconcertó un poco. Muy pasado el kilómetro 22 por fin llegamos a Tarragona por un camino que no conocía y nos plantamos delante del Campo de Marte. Ahora sí, el final estaba muy cerca. Corrimos los últimos metros por el Campo de Marte y, poco después cruzamos el portal del Roser para llegar a la meta situada en la Plaça de la Font. En los metros finales me esperaba Arancha con Iker y, tal como hicimos en Menorca y Balaguer, le subí a hombros, entré con él a meta y le pusieron la medalla.

Paré el crono en 2h04’13” para completar un recorrido de, según mi Garmin, 23 kilómetros. Pero la sorpresa aún estaba por llegar. Como he dicho antes, desde el principio perdí referencias y no sabía exactamente en que posición me encontraba. Pues bien, finalmente entré en meta en sexta posición de la general y quinto de mi categoría (resultados), cosa que no me esperaba. Además, el quinto clasificado entró apenas 40” antes que yo. Lástima del error y de haber caminado más metros de la cuenta en zonas no excesivamente complicadas de los kilómetros finales, sino podría haber ganado una posición más y quien sabe si bajar de las dos horas. De todas formas, esto ya son cosas que no se sabrán nunca. El año que viene intentaré volver a hacer esta carrera para salir de dudas, pero al margen de todo esto, el resultado es para estar muy contento teniendo en cuenta lo poco que entreno por montaña y el escaso descanso que había tenido después del Half Menorca.

Como guinda al pastel, y al margen de los tres primeros clasificados, que tuvieron su trofeo dentro de la clasificación general, a los tres siguientes nos dieron una copa como primeros de nuestra categoría, por lo que me llevé un trofeo como tercer clasificado. La lástima fue que, al no esperarlo, nos fuimos a casa antes de la entrega de premios y me perdí lo bonito de subir al podio. Cuando me lo comentaron me dio mucha rabia pero al menos la organización me entregó la copa esa misma tarde. Al igual que yo, participaban en la carrera muchos de los atletas que prepara Òscar, todos con resultados muy buenos. En la distancia más corta participaron Alba, Carlos, Cesca y Carles, subiendo estos tres últimos al podio como de los tres primeros clasificados de sus categorías. En los 42 km también tomaron parte David, Joanra y Raul, entrando juntos a meta y terminando el maratón todos por debajo de las cinco horas. Fue una gran jornada para todos nosotros.

En lo que respecta a la organización, tengo que decir que esta ha sido, sin ninguna duda, una de las carreras mejor organizadas que he hecho nunca. Avituallamientos suficientes durante la carrera, avituallamiento final muy completo (sin olvidarse de los vegetarianos/veganos), medalla, camiseta, fotos y videos de llegada a meta gratis, seguimiento de la carrera online, recorridos muy divertidos y perfectamente señalizados (y eso que había cuatro diferentes),… Desde luego, espero que en los próximos años se siga haciendo (y creciendo) porque ha sido ejemplar.

Termino ya. Os dejo con las fotos de la carrera y con un pequeño vídeo que ha montado la organización de apenas minuto y medio (aún falta el definitivo) donde tengo la suerte de salir unos segundos. Como siempre, también os dejo los resultados del Garmin.

 
 
 
 
 




Ahora, para despedir la temporada, ya sólo falta el último esfuerzo este próximo domingo en el Gran Fondo Tarragona (107 km). Habrán sido un total de cincuenta semanas consecutivas de entrenos y competiciones que cerraré cansado pero con ganas de más y, sobre todo, muy satisfecho por todo lo conseguido y vivido. La semana que viene espero escribir la crónica del Gran Fondo y un pequeño resumen de todo lo que ha dado de sí esta temporada 2014-2015.

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