No se me ocurre ninguna forma mejor de empezar esta crónica que con una frase de George Sheehan (cardiólogo, escritor y corredor, no sé muy bien en que orden) que dice: “Ya tengo mi héroe: soy yo”. Quizás suena un poco pretencioso, pero no es así. No me estoy refieriendo a esos héroes de película que salvan al mundo contínuamente, sino a otro tipo de héroes, esos a los que se hace referencia aquí (echádle un vistazo, vale la pena leerlo y seguro que muchos os sentís identificados), que luchan y se esfuerzan por conseguir los retos que se proponen, que compaginan sus entrenamientos con ocho o nueve horas de jornada laboral y que pierden horas de sueño y de estar con los suyos a cambio de perseguir una ilusión que les mantiene muy vivos. A este tipo de héroes me estoy refiriendo y dentro de los cuales, humildemente, considero que ya me encuentro yo. Terminar un triatlón de larga distancia implica muchas cosas que el día de la carrera, desde fuera, ni se ven ni se piensan, pero todos y cada uno de los participantes lleva consigo un montón de esfuerzo, de sacrificios, de temores, de dudas... que tienen su recompensa cuando consigues cruzar el arco de meta. Ese es el momento en el que todo lo que has tenido que sacrificar cobra algo de sentido y cuando consideras que ha valido la pena hacerlo porque realmente te sientes alguien especial. Con esta pequeña introducción y antes de empezar a explicar lo que dio de sí el Challenge, quiero aprovechar para dar la enhorabuena a todas aquellas personas que el domingo consiguieron finalizar la prueba y, además, mandar un mensaje de ánimo a los familiares del triatleta que falleció a los pocos minutos de empezar a nadar.
El domingo el día empezó pronto, concretamente a las cinco y media de la mañana. Estaba despierto desde un rato antes (después de tener alguna que otra pesadilla relacionada con el estado del mar) pero hasta esa hora no me levanté a desayunar. Comí lo de casi siempre, un plátano, leche de avena con 226ERS Recovery de chocolate y muesli y, esta vez, una rebanada de pan integral con membrillo. No tenía demasiada hambre y me costó comer tanto, pero hice el esfuerzo. Después del desayuno, paseo con Arancha, Sara y Laura hasta el bike park para revisarlo todo y dejar cinco barritas, varias cápsulas de sales minerales y un par de bidones con 226ERS Energy Drink en la bici y varios geles en la bolsa de correr. Ahora sí que ya lo tenía todo listo, sólo faltaba dar otro paseo hasta el lugar de salida. De camino, pudimos disfrutar de un bonito amanecer, aunque yo estaba bastante más pendiente de como estaba el mar que de otra cosa. Estaba en calma y apenas hacía viento, así que parecía (luego no fue así) que la natación no sería tan complicada como se podía pensar un par de días antes.
Llegamos a la zona de salida con tiempo. Sobre las ocho y diez empecé a ponerme el neopreno. Esos últimos minutos antes de empezar se me pasaron volando y sin apenas darme cuenta llegó la hora, me despedí de Arancha, Sara y Laura y me fui a mi salida con los GG.EE 30-34. Una vez allí metido se me pasaron los nervios. En esos momentos me dio por pensar en lo que estaba a punto de hacer. Tenía 226 kilómetros por delante, había entrenado mucho para hacerlos y por fin había llegado el momento, así que lo principal era disfrutar de una carrera y de una distancia verdaderamente especiales. Al sonar la bocina, todos al agua. Yo me coloqué en la parte de dentro para intentar no hacer más metros de la cuenta y tomar el primer giro a la derecha lo más pegado a la boya posible. Fue una buena salida, apenas hubo golpes y por suerte no tuve ningún problema, sólo algún que otro pequeño atasco en el primer giro pero nada más. Los primeros metros fueron cómodos, aunque la cosa se complicó en la primera recta relativamente larga, de unos 850 metros. Ahí eché en falta más boyas de referencia y me fui guiando más por los nadadores que tenía a mi alrededor que por lo que yo veía. Pero todavía quedaba lo peor, la gran recta de 2.350 metros donde aparte de haber pocas referencias, tuvimos corriente en contra. Me costó nadar y, por los comentarios que he visto hasta ahora, no fui el único. Me lo tomé con calma pero se me hizo muy largo y la deseada última boya donde dar el giro hacia la playa no llegaba nunca. Tenía pensado salir sobre la hora y cuarto pero al final salí del agua en 1h22'21" y, según el Garmin, nadé 4,15km. No lo consideré grave ni le di más importancia pero seguro que en otras condiciones se podría haber hecho algo mejor. Lo que está claro es lo que digo siempre, en la natación tengo que mejorar bastante no, mucho!
Al salir del agua, con tanta gente a los dos lados del pasillo que daba a la T1 no vi a nadie, y eso que Arancha se había metido dentro del agua para hacer fotos. Hice la transición tranquilo (en algo menos de seis minutos), ya que no era un buen día para tener ninguna prisa. De camino hacia la bici vi a Alfons, que se había acercado a Calella para, por lo menos, ver el principio de la carrera y darme ánimos. Me alegró verle, fue un bonito detalle. Muchas gracias company! Ahora llegaba el turno de la bici, con 180 largos kilómetros por recorrer. Mi idea era no forzar demasiado, aprovechar que el recorrido no era excesivamente difícil y reservar energías para la carrera a pie. Durante los primeros metros, aún por las calles de Calella y antes de coger la N-II, me llevé otra grata sorpresa al ver a Eli y a Anna con Arancha, Sara y Laura y escuchar a Òscar como animaba. La verdad es que no me esperaba que subieran a verme, y menos teniendo en cuenta que Òscar había trabajado de noche. Qué alegría! Una vez metidos en la N-II, comencé rodando muy cómodo (quizás demasiado), viendo como me adelantaba más gente de la que adelantaba yo. No me preocupé porque enseguida vi que la velocidad que llevaba era más o menos la esperada, pero aún así eso me da una idea de que aún tengo mucho por mejorar en bici. Terminé la primera vuelta de 75 km en aproximadamente 2h10' y a una media de 33,9 km/h. Ya en la rotonda de Calella donde dábamos la vuelta para empezar la segunda vuelta, volví a ver a todo el grupo animando y a mis padres, pero no a mi hermano que también hizo el esfuerzo de subir un rato. En esta segunda vuelta, ya con algo de viento en contra, mi ritmo empezó a resentirse un poco. No me sentía cansado pero empecé a darle vueltas a la cabeza al ver que no podía mantener el ritmo de la primera vuelta. Fui tomando las sales y bebiendo y comiendo todo lo previsto, pero no me terminaba de sentir bien. Paradójicamente, lo que más me espabiló en ese momento fue la lluvia que empezó a caer casi terminando esta segunda vuelta. Al principio sólo fueron cuatro gotas pero poco a poco esas cuatro gotas se convirtieron en un diluvio, especialmente durante la tercera vuelta de 30 km. Supongo que a mí, igual que a todos, la lluvia nos restó algo de velocidad pero a cambio me dio ánimos, hizo que dejara de darle vueltas al coco y, en algún momento, hasta hizo que volviera a disfrutar como un crío atravesando los charcos que se habían formado en la carretera y salpicando y mojándome todo lo que pude. Sinceramente, durante esa hora y pico de lluvia me divertí bastante. Eso sí, menos mal que había tenido en cuenta esta más que posible lluvia y me había puesto ropa de recambio para correr. Al final terminé la bici en 5h29'49" y a una media de 32,6 km/h. Al llegar a boxes y apoyar los pies en el suelo, me llevé el que fue, probablemente, el único susto de toda la carrera. Apenas podía caminar del dolor que sentía en la parte externa del pie izquierdo. Fui caminando como pude hasta la T2, donde me cambié completamente de ropa, estiré bien el pie y, al cabo de unos diez minutos, empezaba a correr sin ningún tipo de dolor. Menos mal!
Llegaba el turno de volverse a enfrentar, más de dos años después, a los mágicos 42 kilómetros del maratón. Empecé muy suelto, corriendo tranquilo alrededor de 4'30"/km sin notar un esfuerzo demasiado grande. En el tercer kilómetro hice una parada para mear en uno de los baños de la organización porque ya no podía más. Después de más de siete horas de carrera sin parar, creo que ya iba siendo hora. A diferencia de otras veces (supongo que porque el ritmo era menos exigente de lo habitual) los primeros kilómetros se me pasaron bastante rápidos. No se me pasó por la cabeza forzar un poco más porque sabía que en un momento o en otro el esfuerzo pasaría factura y prefería dosificarme de antemano. Así, hasta el kilómetro doce aguanté a un ritmo bastante aceptable y, a partir de ahí, justo al empezar la segunda vuelta, ya empecé a darme cuenta que mis piernas no estaban para correr tan "rápido" y que me tocaría adaptar mi ritmo al cansancio acumulado. Seguramente la vuelta en que peor lo pasé tanto física como psicológicamente fue la segunda. Era consciente que me quedaban aún muchos kilómetros por correr (más de la mitad) y mi ritmo tampoco era el que esperaba en mis cálculos (a esas alturas ya estaba corriendo por encima de los 5'/km). Esa pequeña "crisis" quedó superada cuando decidí que había llegado el momento de aceptar la nueva situación y adaptarme corriendo al ritmo que me pidiera el cuerpo sin exigirle más de la cuenta. En esa negociación conmigo mismo también decidí que no pararía a caminar en ningún momento excepto en los avituallamientos (cada 3 km más o menos), donde aprovecharía para tomar lo que necesitara con calma y si hacía falta, caminaría. Y así fue. A partir de esa decisión (o adaptación forzosa al medio), los kilómetros fueron cayendo muy rápidos sin sufrir apenas desgaste. Pasado el ecuador del maratón y viendo el panorama que había (con gente vomitando, incapaces de correr por problemas musculares, tumbados en algún tramo de césped o en cualquier banco,...) pensé que yo no podía quejarme de nada. Me sentía muy bien corriendo a ese ritmo, iba cómodo, con la cabeza fría, sin agobios, sin prisas, sin molestias de ningún tipo,...sólo ese cansancio (lógico) que me impedía (o me desaconsejaba) correr algo más rápido, pero nada más. A esas alturas de la carrera podía sentirme un afortunado.
Al pasar por última vez por la zona de meta, justo al empezar la cuarta y última vuelta, Arancha corrió conmigo unos metros para darme ánimos. Para ese entonces ya estaba con la moral por las nubes y sólo me faltó ese pequeño empujón para hacer la última vuelta con una sonrisa en la cara y sabiendo que me quedaban unos pocos minutos para conseguir terminar el Challenge. Creo que nunca en la vida se me han hecho tan cortos unos kilómetros corriendo tan lento. Aún así, en esta cuarta vuelta mi ritmo mejoró algo respecto a la tercera, que fue sin duda la más lenta de todas. Cuando me fui acercando a la meta, ya con pocos metros por recorrer, pensaba en que ya estaba hecho, en que por fin lo había conseguido y que, desde luego, habían valido la pena todos los esfuerzos y sacrificios por poder vivir y sentir en primera persona algo así. Estaba a pocos metros de cruzar la meta de un triatlón de distancia Ironman, algo que no se consigue todos los días y que la gran mayoría de las personas ni se plantean en su vida. Tenía derecho a sentirme especial por unos segundos (aunque los amigos que habían venido a verme y a apoyarme ya me habían hecho sentir el más especial del mundo durante toda la carrera) y los disfruté como nunca. Ya corriendo por la alfombra roja y a falta de los últimos metros para terminar, Arancha se unió a mí y corrimos juntos hasta la meta. Nunca había entrado con ella a meta y fue especial. Ella se merecía tanto como yo algo así porque como he escrito en el comienzo de la crónica, detrás de cada participante hay un montón de cosas que no se ven ni se piensan, y una de esas cosas que a menudo pasa desapercibida es la paciencia y la comprensión que han de tener las parejas de los triatletas (en especial de larga distancia), y más si tenemos en cuenta que la mayoría de nosotros somos "populares" y tenemos un trabajo y un horario con el que cumplir. Al final, el tiempo del maratón fue de 3h41'20".
Cruzamos el arco de meta con un tiempo final de 10h49'24", quedando el 315º en la general de todos los grupos de edad, el 69º de mi grupo de edad y el 30º de mi grupo de edad en el Campeonato de España de Larga Distancia (resultados). No sé si es gran cosa o no, pero para ser el primero me conformo, ya habrá tiempo de pensar como mejorar este tiempo.
Dejo dos videos con nuestra llegada a meta. El primero lo grabó Òscar con su móvil y el segundo es del canal local m1tv.xiptv. No sé porque me deja personalizar el fragmento que me interesa desde la web y cuando lo inserto en el blog sale el video completo. En todo caso, nuestra llegada a meta está entre la 1:28:15 y 1:29:03.
El domingo el día empezó pronto, concretamente a las cinco y media de la mañana. Estaba despierto desde un rato antes (después de tener alguna que otra pesadilla relacionada con el estado del mar) pero hasta esa hora no me levanté a desayunar. Comí lo de casi siempre, un plátano, leche de avena con 226ERS Recovery de chocolate y muesli y, esta vez, una rebanada de pan integral con membrillo. No tenía demasiada hambre y me costó comer tanto, pero hice el esfuerzo. Después del desayuno, paseo con Arancha, Sara y Laura hasta el bike park para revisarlo todo y dejar cinco barritas, varias cápsulas de sales minerales y un par de bidones con 226ERS Energy Drink en la bici y varios geles en la bolsa de correr. Ahora sí que ya lo tenía todo listo, sólo faltaba dar otro paseo hasta el lugar de salida. De camino, pudimos disfrutar de un bonito amanecer, aunque yo estaba bastante más pendiente de como estaba el mar que de otra cosa. Estaba en calma y apenas hacía viento, así que parecía (luego no fue así) que la natación no sería tan complicada como se podía pensar un par de días antes.
Llegamos a la zona de salida con tiempo. Sobre las ocho y diez empecé a ponerme el neopreno. Esos últimos minutos antes de empezar se me pasaron volando y sin apenas darme cuenta llegó la hora, me despedí de Arancha, Sara y Laura y me fui a mi salida con los GG.EE 30-34. Una vez allí metido se me pasaron los nervios. En esos momentos me dio por pensar en lo que estaba a punto de hacer. Tenía 226 kilómetros por delante, había entrenado mucho para hacerlos y por fin había llegado el momento, así que lo principal era disfrutar de una carrera y de una distancia verdaderamente especiales. Al sonar la bocina, todos al agua. Yo me coloqué en la parte de dentro para intentar no hacer más metros de la cuenta y tomar el primer giro a la derecha lo más pegado a la boya posible. Fue una buena salida, apenas hubo golpes y por suerte no tuve ningún problema, sólo algún que otro pequeño atasco en el primer giro pero nada más. Los primeros metros fueron cómodos, aunque la cosa se complicó en la primera recta relativamente larga, de unos 850 metros. Ahí eché en falta más boyas de referencia y me fui guiando más por los nadadores que tenía a mi alrededor que por lo que yo veía. Pero todavía quedaba lo peor, la gran recta de 2.350 metros donde aparte de haber pocas referencias, tuvimos corriente en contra. Me costó nadar y, por los comentarios que he visto hasta ahora, no fui el único. Me lo tomé con calma pero se me hizo muy largo y la deseada última boya donde dar el giro hacia la playa no llegaba nunca. Tenía pensado salir sobre la hora y cuarto pero al final salí del agua en 1h22'21" y, según el Garmin, nadé 4,15km. No lo consideré grave ni le di más importancia pero seguro que en otras condiciones se podría haber hecho algo mejor. Lo que está claro es lo que digo siempre, en la natación tengo que mejorar bastante no, mucho!
Al salir del agua, con tanta gente a los dos lados del pasillo que daba a la T1 no vi a nadie, y eso que Arancha se había metido dentro del agua para hacer fotos. Hice la transición tranquilo (en algo menos de seis minutos), ya que no era un buen día para tener ninguna prisa. De camino hacia la bici vi a Alfons, que se había acercado a Calella para, por lo menos, ver el principio de la carrera y darme ánimos. Me alegró verle, fue un bonito detalle. Muchas gracias company! Ahora llegaba el turno de la bici, con 180 largos kilómetros por recorrer. Mi idea era no forzar demasiado, aprovechar que el recorrido no era excesivamente difícil y reservar energías para la carrera a pie. Durante los primeros metros, aún por las calles de Calella y antes de coger la N-II, me llevé otra grata sorpresa al ver a Eli y a Anna con Arancha, Sara y Laura y escuchar a Òscar como animaba. La verdad es que no me esperaba que subieran a verme, y menos teniendo en cuenta que Òscar había trabajado de noche. Qué alegría! Una vez metidos en la N-II, comencé rodando muy cómodo (quizás demasiado), viendo como me adelantaba más gente de la que adelantaba yo. No me preocupé porque enseguida vi que la velocidad que llevaba era más o menos la esperada, pero aún así eso me da una idea de que aún tengo mucho por mejorar en bici. Terminé la primera vuelta de 75 km en aproximadamente 2h10' y a una media de 33,9 km/h. Ya en la rotonda de Calella donde dábamos la vuelta para empezar la segunda vuelta, volví a ver a todo el grupo animando y a mis padres, pero no a mi hermano que también hizo el esfuerzo de subir un rato. En esta segunda vuelta, ya con algo de viento en contra, mi ritmo empezó a resentirse un poco. No me sentía cansado pero empecé a darle vueltas a la cabeza al ver que no podía mantener el ritmo de la primera vuelta. Fui tomando las sales y bebiendo y comiendo todo lo previsto, pero no me terminaba de sentir bien. Paradójicamente, lo que más me espabiló en ese momento fue la lluvia que empezó a caer casi terminando esta segunda vuelta. Al principio sólo fueron cuatro gotas pero poco a poco esas cuatro gotas se convirtieron en un diluvio, especialmente durante la tercera vuelta de 30 km. Supongo que a mí, igual que a todos, la lluvia nos restó algo de velocidad pero a cambio me dio ánimos, hizo que dejara de darle vueltas al coco y, en algún momento, hasta hizo que volviera a disfrutar como un crío atravesando los charcos que se habían formado en la carretera y salpicando y mojándome todo lo que pude. Sinceramente, durante esa hora y pico de lluvia me divertí bastante. Eso sí, menos mal que había tenido en cuenta esta más que posible lluvia y me había puesto ropa de recambio para correr. Al final terminé la bici en 5h29'49" y a una media de 32,6 km/h. Al llegar a boxes y apoyar los pies en el suelo, me llevé el que fue, probablemente, el único susto de toda la carrera. Apenas podía caminar del dolor que sentía en la parte externa del pie izquierdo. Fui caminando como pude hasta la T2, donde me cambié completamente de ropa, estiré bien el pie y, al cabo de unos diez minutos, empezaba a correr sin ningún tipo de dolor. Menos mal!
Llegaba el turno de volverse a enfrentar, más de dos años después, a los mágicos 42 kilómetros del maratón. Empecé muy suelto, corriendo tranquilo alrededor de 4'30"/km sin notar un esfuerzo demasiado grande. En el tercer kilómetro hice una parada para mear en uno de los baños de la organización porque ya no podía más. Después de más de siete horas de carrera sin parar, creo que ya iba siendo hora. A diferencia de otras veces (supongo que porque el ritmo era menos exigente de lo habitual) los primeros kilómetros se me pasaron bastante rápidos. No se me pasó por la cabeza forzar un poco más porque sabía que en un momento o en otro el esfuerzo pasaría factura y prefería dosificarme de antemano. Así, hasta el kilómetro doce aguanté a un ritmo bastante aceptable y, a partir de ahí, justo al empezar la segunda vuelta, ya empecé a darme cuenta que mis piernas no estaban para correr tan "rápido" y que me tocaría adaptar mi ritmo al cansancio acumulado. Seguramente la vuelta en que peor lo pasé tanto física como psicológicamente fue la segunda. Era consciente que me quedaban aún muchos kilómetros por correr (más de la mitad) y mi ritmo tampoco era el que esperaba en mis cálculos (a esas alturas ya estaba corriendo por encima de los 5'/km). Esa pequeña "crisis" quedó superada cuando decidí que había llegado el momento de aceptar la nueva situación y adaptarme corriendo al ritmo que me pidiera el cuerpo sin exigirle más de la cuenta. En esa negociación conmigo mismo también decidí que no pararía a caminar en ningún momento excepto en los avituallamientos (cada 3 km más o menos), donde aprovecharía para tomar lo que necesitara con calma y si hacía falta, caminaría. Y así fue. A partir de esa decisión (o adaptación forzosa al medio), los kilómetros fueron cayendo muy rápidos sin sufrir apenas desgaste. Pasado el ecuador del maratón y viendo el panorama que había (con gente vomitando, incapaces de correr por problemas musculares, tumbados en algún tramo de césped o en cualquier banco,...) pensé que yo no podía quejarme de nada. Me sentía muy bien corriendo a ese ritmo, iba cómodo, con la cabeza fría, sin agobios, sin prisas, sin molestias de ningún tipo,...sólo ese cansancio (lógico) que me impedía (o me desaconsejaba) correr algo más rápido, pero nada más. A esas alturas de la carrera podía sentirme un afortunado.
Al pasar por última vez por la zona de meta, justo al empezar la cuarta y última vuelta, Arancha corrió conmigo unos metros para darme ánimos. Para ese entonces ya estaba con la moral por las nubes y sólo me faltó ese pequeño empujón para hacer la última vuelta con una sonrisa en la cara y sabiendo que me quedaban unos pocos minutos para conseguir terminar el Challenge. Creo que nunca en la vida se me han hecho tan cortos unos kilómetros corriendo tan lento. Aún así, en esta cuarta vuelta mi ritmo mejoró algo respecto a la tercera, que fue sin duda la más lenta de todas. Cuando me fui acercando a la meta, ya con pocos metros por recorrer, pensaba en que ya estaba hecho, en que por fin lo había conseguido y que, desde luego, habían valido la pena todos los esfuerzos y sacrificios por poder vivir y sentir en primera persona algo así. Estaba a pocos metros de cruzar la meta de un triatlón de distancia Ironman, algo que no se consigue todos los días y que la gran mayoría de las personas ni se plantean en su vida. Tenía derecho a sentirme especial por unos segundos (aunque los amigos que habían venido a verme y a apoyarme ya me habían hecho sentir el más especial del mundo durante toda la carrera) y los disfruté como nunca. Ya corriendo por la alfombra roja y a falta de los últimos metros para terminar, Arancha se unió a mí y corrimos juntos hasta la meta. Nunca había entrado con ella a meta y fue especial. Ella se merecía tanto como yo algo así porque como he escrito en el comienzo de la crónica, detrás de cada participante hay un montón de cosas que no se ven ni se piensan, y una de esas cosas que a menudo pasa desapercibida es la paciencia y la comprensión que han de tener las parejas de los triatletas (en especial de larga distancia), y más si tenemos en cuenta que la mayoría de nosotros somos "populares" y tenemos un trabajo y un horario con el que cumplir. Al final, el tiempo del maratón fue de 3h41'20".
Cruzamos el arco de meta con un tiempo final de 10h49'24", quedando el 315º en la general de todos los grupos de edad, el 69º de mi grupo de edad y el 30º de mi grupo de edad en el Campeonato de España de Larga Distancia (resultados). No sé si es gran cosa o no, pero para ser el primero me conformo, ya habrá tiempo de pensar como mejorar este tiempo.
Dejo dos videos con nuestra llegada a meta. El primero lo grabó Òscar con su móvil y el segundo es del canal local m1tv.xiptv. No sé porque me deja personalizar el fragmento que me interesa desde la web y cuando lo inserto en el blog sale el video completo. En todo caso, nuestra llegada a meta está entre la 1:28:15 y 1:29:03.
Y ahora, para terminar, me gustaría intentar dar las gracias como se merecen a todas aquellas personas que hicieron de este pasado 6 de octubre uno de los días más felices de mi vida. No sé si sabré o si podré, pero lo voy a intentar. En primer lugar, muchas gracias a Sara y Laura (y perdón por el madrugón del domingo, entre otras cosas) por compartir con nosotros todo el fin de semana y a Anna, Eli y Òscar por venir a Calella a animar desde primera hora de la mañana, madrugando mucho e incluso sin dormir como Òscar después de haber trabajado toda la noche y volviendo a trabajar la noche después (terminé sobre las ocho de la tarde y a las diez volvía a entrar). La verdad es que no sabéis como agradecí ese gesto ni lo que supuso para mí teneros a todos vosotros a mi lado durante todo el día. Hicisteis de este día algo aún más especial de lo que ya de por sí lo tenía que ser y dudo que en próximas carreras pueda llegar a sentir tanta felicidad. Muchísimas gracias "equipo"!!!
Igualmente, también agradezco a mis padres y a mi hermano que vinieran a darme su apoyo y a compartir conmigo esta gran experiencia y a Alfons, que aunque no pudo quedarse demasiado tiempo, subió a Calella a primera hora para ver el comienzo de la carrera. Muchas gracias también a Javier (mi brother in law), a Eric y a Joan Carles que no se olvidaron de mandarme un whatsapp la noche del viernes para desearme suerte y a todos los que me mandasteis vuestros ánimos antes de la carrera y felicitaciones después a través de facebook. Perdonad que no ponga todos los nombres pero es que fuisteis tantos... Aún así, muchísimas gracias a todos, fue muy bonito sentir tantas muestras de apoyo. Y ahora, dos menciones especiales. Una para Enric, mi fisio, por cuidarme tan bien durante todos estos meses (te debo una foto) y otra para mi entrenador, Jordi, porque después de casi cuatro años ponemos no sé si fin o punto y aparte a nuestra relación entrenador-atleta. De momento deja el club y a partir de ahora veremos que pasa pero no quiero dejar pasar la oportunidad de darle las gracias por todo lo que hemos conseguido juntos, entre lo que destacaría dos maratones, seis triatlones de media distancia y este Challenge. Hace tiempo, cuando se me pasó por la cabeza correr mi primer medio maratón, jamás hubiera pensado que algún día lograría cosas así. Por todo esto, muchas gracias míster!!!
Y como siempre, el agradecimiento más grande para Arancha, que es la que más sufre, aguanta y se sacrifica antes, durante, y después de la carrera. Gracias por todo el cariño, el apoyo y la comprensión que me has dado (como siempre) durante tantos meses de largos entrenamientos, gracias por los esfuerzos el día de la carrera, gracias por las fotos y gracias por haber entrado conmigo a meta. Sin ti no sé si sería posible, lo que sí sé es que no sería lo mismo, aunque yo sé que en el fondo te gusta todo este rollo y lo haces de buena gana...
Una última cosa que quiero compartir con todos vosotros son las palabras que escribió y nos dedicó Sara en su facebook después de haber compartido con nosotros la experiencia del Challenge. Estoy de acuerdo contigo en lo de que el ser humano es extraordinario, lástima que tantas y tantas veces se empeñe en disimularlo... Muchísimas gracias por estas palabras Sara, que grande eres!
Navegando por la red y buscando el libro de Atletas de Hierro he encontrado tu blog.
ResponderEliminarY he revivido la experiencia de Calella, te paso la mía aunque no tengo tanta experiencia bloguera como tú. Nuestros Garmin coincidieron en lo larga que fue y se hizo la natación, creo que en bici fuimos un buen rato cerca, me suena el mono naranja, hasta que te marchaste. Un abrazo y nos vemos en las batallas, próximo objetivo (si recupero una fractura de clavícula que me tiene apartado de la cancha...) el IM de alcudia en Septiembre.
http://trimindundiano.blogspot.com.es/2013/10/cronica-challenge-barcelona-maresme_18.html