El sábado 10 de mayo, tras muchas horas de dedicación y muchos kilómetros acumulados durante los casi siete meses que ha durado mi preparación, llegaba el momento de plasmar todo ese trabajo y esfuerzo en una gran competición como el Ironcat. Llegaba con los deberes hechos, sabiendo o creyendo saber lo que me esperaba, con la única "presión" de terminar (como se suele decir, en una carrera así todo el mundo sabe que empieza pero nadie sabe si acabará) y, si las cosas salían según lo previsto, hacerlo en un tiempo inferior al que hice en Calella. Estaba convencido de que llegaba mejor preparado aunque sé que cada carrera es un mundo. Supongo que aún me pasa por novato pero durante los días previos no dejé de pensar en la cantidad de cosas que pueden salir mal durante una carrera así y en las distancias a recorrer, que a día de hoy y tras finalizar dos competiciones de este tipo, me siguen pareciendo inhumanas.
Me levanté un poco antes de las cinco de la mañana, con tiempo de sobras para desayunar tranquilo lo de siempre (un plátano, leche de avena con 226ers Recovery Chocolate y muesli y una rebanada de pan integral con Carobella) y terminar de prepararme el material, ya que, a diferencia de otras carreras, el check in se hacía una hora antes de empezar. Con todo listo, Arancha y yo fuimos caminando tranquilamente desde donde estabamos alojados hasta boxes. Una vez allí, dejé todo el material y nos fuimos a la salida. El mar estaba increíble, como una balsa. No había ni una ola, cosa que siempre hace que cueste menos entrar en el agua consciente de que, dentro de la dureza de nadar 3.800 metros, no habrá ninguna complicación añadida. Además, al ser sólo unos 250 participantes, en principio no tendría que haber excesivas complicaciones para nadar sin agobios. Todo eso son cosas que me repito para encontrar algo de calma y optimismo, aunque conforme van pasando los minutos y se acerca el comienzo, los nervios y la tensión, irremediablemente, van a menos consciente de que ya no hay marcha atrás a menos que te escapes corriendo. Un cuarto de hora antes de las siete, hora de la salida, empecé a ponerme el neopreno con calma y cuidando todos los detalles, ya que ponerse un neopreno requiere su técnica. Me puse vaselina en el cuello (pensando en rozarme lo menos posible), me despedí de Arancha y de Òscar, que también se había pegado el madrugón para venir a primera hora, y me fui a buscar mi sitio bajo el arco de salida. Último vistazo al recorrido (a mi siempre me parecen más largos de la cuenta) y a nadar. Al principio noté el agua un poco fría pero en pocos minutos desapareció esa sensación. A pesar de recibir algún que otro golpe no fue una salida complicada y no pasé ningún momento de agobio. Enseguida empecé a nadar a mi ritmo, tranquilo, sin prisa, y fijándome bien en alargar al máximo las brazadas. Sinceramente, la natación creo que no pudo salirme mejor. El día antes le había comentado a Arancha que me gustaría hacer cada vuelta (de unos 1.200 metros) en unos 20 minutos y casi fui como un reloj. La primera vuelta la hice el unos 19'30" más o menos, la segunda pasé en algo menos de 40' y la tercera cuando se cumplía una hora de carrera. El último tramo, desde la primera boya hasta el puerto del Club Náutico, lo hice en unos siete minutos, saliendo del agua en un espectacular tiempo (para mí, claro) de 1h07'58" (parcial 113). Ni en mis mejores sueños imaginaba ese resultado. Empezaba bien la cosa!
Al salir del agua enseguida vi a Arancha y a Òscar y a mis padres y rápido fui a la T1, donde me sorprendí que aún hubiera tantas bicicletas. Transición bastante rápida y en pocos minutos ya estaba sobre la bici dispuesto a hacer esos 180 km. Desde la semana pasada estaba algo intranquilo con esta parte. Me preocupaba especialmente el viento, el circuito totalmente llano y lo aburrido que podían llegar a ser tantos kilómetros en un tramo de apenas 15 km, aún con el aliciente de ver a toda la gente que había venido a animarme en cada una de las seis vueltas que teníamos que dar. Por suerte, lo primero no supuso ningún problema. El viento se dejó notar sólo tímidamente y fue bastante cambiante, pero no llegó nunca a ser incómodo, con lo que no hay excusa. Empecé la bici tranquilo, contento por mi "buena" natación y porque el viento de momento nos respetaba. Iba muy cómodo rodando acoplado y conseguí terminar la primera vuelta a una media superior a 33 km/h. A pesar de eso y conforme pasaban las vueltas y los kilómetros, vi que iba perdiendo velocidad. En cada giro cerca de Camarles aprovechaba para coger una botellita de agua y tomarme una pastilla de sales y en el giro de l'Ampolla comía una barrita. Bebí bastante (pero no sé si lo suficiente) durante todo el rato aunque cuando se me acabó la bebida que llevaba yo (casi dos litros), los avituallamientos me parecieron algo justos ya que los bidones con isotónico no llegaban a estar llenos ni por la mitad, al menos los que me dieron a mí. Las dos últimas vueltas se me hicieron muy pesadas. Ya hacía rato que no iba cómodo acoplado y para "descansar" me tenía que levantar de la bicicleta. Al final, llegué a la segunda transición cansado y en un tiempo de 5h46'27", marcando el parcial 99 y sabiendo que, salvo una gran sorpresa, el maratón no iba a ser nada fácil.
Segunda transición que aproveché para entrar al baño (en bicicleta no paré en ningún momento salvo una vez que se me cayó un bidón) y a continuación, a por el maratón, donde tenía puestas grandes esperanzas. Empecé corriendo rápido, haciendo los primeros cuatro kilómetros por debajo de 4'30"/km aunque no demasiado cómodo. El ritmo no era alto pero las piernas no estaban finas. Sabía que de una forma u otra pagaría el esfuerzo de una bici muy dura donde prácticamente no dejé de pedalear en ningún momento y que los 42 km que tenía por delante iban a ser muy largos. Además, cuando empiezan a fallar cosas todo es una cadena, y al pensar lo que todavía tenía por delante, me vine un poco abajo. Hasta el kilómetro doce aún estuve corriendo por debajo de 5'/km pero a partir de ahí empezó a decaer bastante el ritmo y la moral. Como tenía previsto, aprovechaba los avituallamientos para caminar y comer y beber tranquilamente. A esa hora de la tarde ya hacía mucho calor (unos 30ºC) y el recorrido cada vez me resultaba más pesado. Y así, con más pena que gloria y mirando de reojo el reloj cada poco rato para hacer cuentas, fueron pasando lentamente los kilómetros. Hasta los últimos siete (última vuelta) iba en tiempo de mejorar la marca de Calella pero esa vuelta fue especialmente lenta y al final no pudo ser. Los isquios de la pierna derecha me dieron un par de avisos (que menos, con lo que llevaba encima), aunque nada que me impidiera trotar (nunca mejor dicho), y por suerte la cosa no pasó a mayores. Pero como todo esfuerzo tiene su recompensa, al final de esa sexta vuelta me esperaba lo mejor, esa mágica recta de meta donde realmente sientes que lo has vuelto a hacer y que has vuelto a terminar (vivo) un triatlón de esas características, algo con lo que no hace tanto tiempo te parecía imposible. Quizás en este caso no lo conseguí en el tiempo que hubiera querido pero cada carrera es un mundo y, por supuesto, en un momento u otro tendré una oportunidad para resarcirme, estoy seguro. Al final, mi tiempo de maratón fue de 4h01'04" (a pesar de una pésima carrera hice el 59 mejor parcial) y entré en meta con un tiempo final de 10h55'27" terminando en la posición 72/225 (resultados).
Una vez más, compartieron conmigo este día grandísimas personas que, con su apoyo, sus ánimos y su compañía convirtieron este 10 de mayo de 2014 en algo todavía más especial. En este sentido quiero empezar dando las gracias a Maria Rosa, Josep Maria, Marina y Gerard por su hospitalidad y el increíble trato que nos dieron desde el viernes por la tarde hasta el domingo por la mañana acogiéndonos en su apartamento de l'Ampolla y preocupándose en cada momento por nosotros. A mi hermano, a Sandra y a mis sobrinos Iria y Mario, por acercarse a animar y hacer un montón de fotos. A mis padres y a Jaume y Maria Rosa por los ánimos (y por unas cuantas fotos más). Al presi Joan Carles por su apoyo desde la distancia y las palabras que me dedicó al terminar. A Eric por compartir conmigo unos metros de carrera a pie cuando ya estaba terminando y a todos aquellos que dedicasteis un momento de vuestra vida a mandarme un mensaje de ánimo y felicitación por whatsapp o facebook (muchas gracias de corazón). A mi entrenador Òscar Rubio, que a lo largo de estos meses se ha estado "currando" un plan de entreno que me ha llevado hasta aquí y que a pesar de no poder acercarse a l'Ampolla por un compromiso, también estuvo apoyando desde la distancia y preocupándose por como me iba en todo momento. A todos los voluntarios que estuvieron de diez, en especial los que estaban al final del camino de tierra dándonos las gomas que marcaban nuestras vueltas y a la chica del avituallamiento de boxes que me arregló el dorsal que tenía medio caído. A esa especie de "talisman" formado por Anna, Eli, Sara, Laura y Òscar, que siempre están ahí para apoyar y hacerme sentir una persona afortunada por tenerles junto a mí. En ese sentido, un agradecimiento especial a Sara, que a pesar de haber vivido una semana triste y complicada, quiso acompañarnos en este día. Eres grande! Y por último, gracias una vez más a Arancha porque pasan los años, las carreras, los madrugones, los entrenos... y ahí sigue, con su paciencia y con su cámara colgada del cuello y preparada para inmortalizar tantos y tantos momentos que vamos viviendo.
Para terminar con la crónica, os dejo con el vídeo de la llegada a meta (cortesía de Eli), con una especie de remix de fotos que se hicieron a lo largo del día y con los detalles de la carrera del Garmin.
Sabes que por mucho que me queje, siempre estaré ahí contigo. No hay nada más bonito que compartir todos esos momentos juntos y todos los que nos quedan. Siempre podrás contar conmigo!. Te quiero!!
ResponderEliminarQue grande Rubén!!!! Estaba leyendo la parte de la maratón y prácticamente era una fotografía de lo que me pasó a mi en Hamburgo la semana anterior desde el km 30. Hasta en lo de conseguir trotar... Eso sí, yo no había hecho 3.8K nadando ni 180K en bici. Enorme!!!! Un abrazo muy fuerte y un beso para Arancha que seguro es la fuerza que te impulsa para estos mega-retos!!!
ResponderEliminarGrande Ruben. Me encanta leer estas crónicas. Me siento un poquitín en tu piel si bien no lo sufro tanto. A recuperarse. Y como el buen vino, con le tiempo iras mejorando.
ResponderEliminar