Vamos por fin con la crónica de la 10ª Sant Silvestre de Tarragona, mi tradicional última carrera del año. Salvo la edición del 2011, que por lesión no la pude correr, llevo participando en esta carrera desde 2007 y casi puedo decir que cada año me gusta más. Este año llegaba bastante bien, sin molestias, ya algo rodado después de diez semanas de entreno, y algo más descansado que dos días antes en Hospitalet de l’Infant, por lo que tenía ganas de hacerlo bien, de tomármelo en serio y salir a dar lo mejor de mí a lo largo de esos 7 km de carrera.
Este año, Arancha y yo llegamos con más tiempo de lo habitual. Bajamos caminando desde casa y sobre las cuatro y media, una hora antes de empezar, ya estábamos en el Serrallo. A última hora ella, aunque sin dorsal, también se animó a correr. Antes de empezar a calentar me encontré con Òscar, mi entrenador, y quedamos para hacernos una foto juntos luego. A unos veinte minutos para el comienzo, empecé a calentar suave. Llevaba puestas las zapatillas nuevas (estrenadas el día antes) y, aunque aún me apretaban un poco, me sentía muy cómodo con ellas. La verdad es que me hacía falta renovar mis antiguas Cumulus, con ya más de 900 km desde julio y varios agujeros. Al poco de empezar a calentar me encontré con mi hermano, César y Miguel Ángel, así que calentamos juntos unos minutos y poco después, antes de ir a buscar un buen sitio para la salida, me fui a despedir de Arancha y aproveché para saludar a Sara, a Laura, a Melani, a Vane, a Òscar y a Albert, que también iban a correr. Muchas caras conocidas entre los casi 1.700 corredores que se dieron cita a esta Sant Silvestre. De camino a la salida, saludé a Jordi y a su hermano Albert y me volví a encontrar con el míster, nos hicimos una foto juntos y me dijo que me tendría que haber colocado más adelantado. Ya era tarde así que al principio habría que tener cuidado de no tropezarse con tanta gente.
La salida se retrasó unos minutos pero nada importante. No hacía frío así que la espera no fue incómoda. Lo realmente incómodo fue, como estaba previsto, tener que esquivar a tantos corredores durante los primeros metros. Por suerte, salí fuerte y no tardé en encontrar mi sitio y correr con el suficiente espacio para no sentir agobios. Desde el principio, tuve muy buenas sensaciones. Me notaba cómodo y sabía que estaba corriendo rápido pero, a diferencia de otras veces, opté por no mirar el reloj hasta el final del segundo kilómetro. Me asombré cuando vi que el ritmo medio que llevaba hasta ese momento era de 3’29”/km. Lejos de pensar que iba demasiado rápido, intenté mantener lo más que pudiera el ritmo ya que me sentía con fuerzas. A partir del tercer kilómetro mi ritmo se estabilizó alrededor de 3’40” y de ahí hasta el final fui casi como un reloj, haciendo del tercer al séptimo kilómetro entre 3’41”/km y 3’43”/km. Ritmos aparte, y como ya he dicho, me sentí genial durante toda la carrera. Viendo el resultado puedo decir que ésta ha sido la carrera más rápida que he hecho hasta la fecha, lástima que no hubiera sido un 10.000, sino estoy convencido que hubiera bajado de 38 minutos y hubiera conseguido mejorar mi marca personal. De todas formas, ya habrá oportunidades de conseguirlo. En los últimos metros de carrera, viví un bonito mano a mano con la primera clasificada Gurutze Frades, campeona de España de Triatlón de media y larga distancia, a la que había adelantado creo que en el espigón y que en los últimos metros apretó. Al final, tuve el honor de quedar seis segundos por delante suyo, cosa que me enorgulleció bastante. Al final, paré el crono en 25’57” terminando en la posición 41 de 1.669 corredores (resultados).
Sinceramente, no esperaba un resultado tan bueno. Quedar a menos de cuatro minutos del primer clasificado y a uno y medio del Top 10 en una carrera con tanto nivel, parece indicar que de momento estamos haciendo las cosas bien y sin hacer series de velocidad (de momento). Sin duda, una gran forma de cerrar el año competitivo y de encarar este 2014 con más ilusión que nunca.
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