jueves, 2 de febrero de 2012

La motivación en el deporte, algo más que batir un récord

Hoy dejo un artículo de Andreu López, Licenciado en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte, entrenador personal de runners, triatletas e ironmans y Director de www.estarenforma.net, sobre la motivación a la hora de entrenar que me ha parecido interesante.


"Nos gustan los retos. Entrenamos para poder participar y competir en un reto. Entrenar por entrenar a veces es duro. ¿Para qué me tengo que levantar a las 6 para ir a correr? Si tengo un reto en mente sé que si mañana no me levanto y no entreno, eso me supondrá una falta (más o menos grave) en mi programación para dicho reto. Pero si no tengo un objetivo claro, si mañana no me levanto no pasa nada. Ya entrenaré pasado mañana o el otro.  Dicho en otras palabras, cuando uno tiene una motivación, todo es más fácil. Hacer mi primer triatlón, bajar de las 3 horas en una maratón, adelgazar 10 kilos…, son motivos lo suficientemente fuertes como para seguir una rutina de entrenamientos pautados en el tiempo. En un anterior post sobre la motivación en el deporte hablamos sobre ello e incidimos en el hecho de que para que la motivación fuera bien canalizada los objetivos tenían que ser realistas y conseguirlos de forma progresiva en el tiempo. Pero la motivación en el deporte puede ir más allá de querer hacer mejor marca en una prueba o de bajar 10 kilos de peso.

 

La motivación frente al éxito

La motivación del deportista viene marcada por el hecho de querer hacer bien las cosas. De sentirse realizado personalmente y que socialmente también se le vea reconocido.
  • Todo el mundo puede hacer maratones pero no todo el mundo es capaz de correrla en menos de 3 horas (reconocimiento social y auto-realizado).
  • Todo el mundo puede llegar a hacer una triatlón, pero no todos son capaces de hacer un Ironman (reconocimiento social y auto-realizado)
Se ha podido constatar que este tipo de deportistas son gente autónoma y capaces de afrontar  y resolver positivamente situaciones de competición y de realización.

En el otro extremo tenemos a los deportistas con una motivación a la auto-realización baja, típica en los atletas inseguros y espantados por las situaciones de competición.

 

De la motivación a la afiliación

Se caracteriza por la necesidad que tienen todos los individuos de asociarse a un grupo. Esta necesidad  psicológica, cuando se junta con una fuerte exigencia a la propia individualización y a la aprovación social, hace que toda persona portadora de estas características tienda a escojer grupos socialmente significativos en los que pueda cumplir una función, adquirir una identidad y ser reconocido como miembro de un conjunto organizado.

Las disciplinas de carreras, las triatlones y similares son pruebas individuales, pero están los clubes, las asociaciones de corredores. El poder entrenar con un grupo de atletas determinado, ir con la misma bici que el mejor triatleta o poder lucir según que maillot, puede ser una fuente de motivación muy importante.

 

La motivación estética

Son deportistas que no dan tanto valor a su rendimiento deportivo como a los valores estéticos y al equilibrio global de su cuerpo. No estoy diciendo que no le guste o apasione su deporte, pero su objetivo principal no es hacer una marca en concreto. Suele ser un atleta muy preocupado por la técnica de su deporte, obsesivo en el tema de la alimentación y muy detallista en todo lo que pueda controlar. Amante de los gadgets y de las últimas tecnologías siempre estará al caso del último pulsómetro, de las prestaciones de la última bici del mercado, de personalizarse su maillot… Podríamos decir que se trata del Cristiano Ronaldo de su especialidad (en el sentido de icono mediático). Pero esto no tendría porque ser peyorativo.

Si entrenáis en grupo seguro que todos conocéis al típico que viene con la bici último modelo, el de las zapatillas que sólo se venden en los USA o el que lleva un gel que hace milagros.

El atleta debería aprovechar este tipo de motivación para que, bien canalizada, pueda rendir más. A todos nos pasa que cuando compramos unas zapatillas voladoras no encontramos el momento de poder estrenarlas o nos creemos Armstrong cuando estrenamos una bici. Si cambiar de maillot en cada competición que haga, me ayuda a estar más motivado, ¿por qué no me aprovecho de ello?

 

Las motivaciones compensatorias

El deporte, como cualquier actividad humana, se puede alimentar de necesidades psicológicas que provienen de conflictos interiores, de formas de malestar emocional, de problemas anormales del carácter, inadaptación social… El hecho de escoger una disciplina deportiva determinada puede servir a la persona como un medio para compensar, resolver y expresar factores neuróticos de su personalidad.

En función de los problemas que tenga la persona, se encarará más hacia un tipo de práctica deportiva u otra. No es lo mismo jugar al fútbol (práctica de equipo, colaboración-oposición), que hacer carreras de 10 km que hacer retos de largas distancias como un ironman, un ultratrail, que son práctica individuales y que requieren de muchas horas de entrenamiento.

Los motivos para hacer deporte como situación compensadora pueden ser varios:
  • Por un sentimiento de inferioridad.
  • Por algún déficit físico, psíquico o social. Enfermedades.
Las personas tímidas, inseguras, con ansiedad, que sean muy críticas con ellas mismas, se pueden sentir muy motivadas al deporte. En este caso el deporte será la excusa perfecta para poder comprobar uno mismo en que punto están sus capacidades y posibilidades propias.

Deseo de potencia. Puede pasar que la persona tenga un sentimiento latente de inferioridad y busque, reactivamente, llevarlo al extremo opuesto (superiodidad). En este caso el deporte se convierte en el escenario ideal donde el deportista motivado inhibe este sentimiento de inferioridad. Entra de lleno en el deporte sabiendo que las reglas del juego le llevarán unas veces a la victoria y otras a la derrota.

También existe el culto al propio cuerpo y de la propia imagen, cosa que puede inducir a la persona físicamente favorecida a emprender su carrera deportiva como una ocasión de valoración exhibicionista máxima de si mismo.

Podemos comprobar que la motivación en el deporte va más allá de poder decir: “quiero bajar de las 3 horas en la maratón” o “quiero mi primer triatlón”. No todos tenemos porque tener en mente un objetivo de “rendimiento”.

Yo como entrenador, mi principal objetivo es que la gente practique deporte. Individual, colectivo, de oposición, de resistencia, de velocidad, de competición, amateur, outdoor, indoor…, me da igual. Pero que haga deporte (priorizando siempre antes los aspectos de salud a los de rendimiento).

Por naturaleza al ser humano le gusta moverse, ser activo. Pero no siempre, por cuestiones de trabajo y de muestro día a día podemos hacerlo. Todos pasamos por etapas que nos cuesta más o menos hacer deporte. Decimos simplemente que no estamos motivados. Sabemos a lo mejor que nos gusta correr, pero no tenemos ganas de competir y por tanto tampoco vemos mucho sentido a entrenar.

Todos, en algún momento u otro, tenemos bajones. Sabemos que el deporte es bueno para nuestra salud, pero hay momentos en los que nos cuesta ponernos en marcha. Y si tenemos cierta edad, nos puede costar mucho volver a arrancar otra vez.

A lo mejor acabamos de cumplir los 40 y puede ser la excusa ideal para plantearse un reto determinado. O nos permitimos un capricho y nos compramos la bici más moderna del mercado. O el médico nos ha advertido que si no hacemos algo de deporte podemos sufrir algunas enfermedades en particular. O a lo mejor hemos descubierto un grupo de gente de nuestra edad que hace deporte los fines de semana. O vemos como cada día nuestro vecino sale a correr y se está poniendo fino, fino. O bien simplemente queremos estar más guapos.

Como veis no es difícil encontrar una motivación. Querer es poder y no hay excusas que valgan".

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