Vamos con la crónica del Maratón de los Monegros. Supongo que será larga porque hay mucho que contar así que tendréis que tener paciencia, y ganas.
El sábado, como un día normal de trabajo, me levanté a las 6.30. La noche antes lo dejé todo preparado así que fue cuestión de desayunar (un zumo de naranja, un plátano y dos yogures con muesli) e irme a La Riba donde había quedado con Óscar y el resto del grupo: Jaume, Marc, Andreu y Sergi (los dos últimos iban a hacer la media maratón). Cargamos las bicis en un solo remolque y nos fuimos con dos coches dirección Sariñena. Por el camino, parada para comer algo (un bocadillo pequeño de tortilla de patata) y de ahí hasta nuestro destino.
Al llegar, muchísimo ambiente. Yo no quería ni imaginarme como sería eso con casi 6.000 bicis, pero enseguida me pude empezar a hacer una idea. Tardamos un buen rato (más de media hora) en recoger el dorsal y entre unas cosas y otras eran más de las 12 y aún no habíamos comido. Total, después de las largas colas y la recogida del dorsal, rápido otra vez para el coche a comer. Yo me había preparado una ensalada de pasta de espelta, queso, jamón, atún, tomate, pipas y nueces. Estaba buenísima. A veces pienso que sólo por comer cosas así sin demasiadas preocupaciones vale la pena hacer tanto ejercicio... Qué buena estaba! De postre me comí otro plátano.
Después de comer sólo faltaba cambiarse de ropa, ponerse la ropa de faena y sobre las 13.10, a falta de aún veinte minutos para el comienzo, nos fuimos a colocar a la línea de salida, aunque eso era mucho esperar. A esa hora ya estaba todo colapsado. Increíble toda la gente que teníamos delante. En ese momento me desmotivé un poco. Sólo de pensar en la cantidad de bicis que teníamos delante... Y no es que yo quisiera salir a muerte pero me apetecía tomarme la carrera bastante en serio de cara a Calella. El caso es que cuando dan la salida, ni nos enteramos. Al cabo de los minutos nos empezamos a mover pero caminando. Pasamos por el arco de salida con algo más de nueve minutos de carrera y seguimos sin poder montar en la bici. Al cabo de pocos metros por fin nos podemos subir pero todo es un espejismo. No llevamos ni 500 metros (aún no hemos salido de Sariñena) cuando encontramos un tapón enorme. Vuelta a bajar de la bici y a caminar unos metros. Primer kilómetro en casi siete minutos... Vamos bien! En este punto y sin ánimo de criticar a la organización, creo que deberían haber cambios. No sé, limitar plazas, poner cajones de salida en función del tiempo que cada uno tenga previsto hacer, dar varias salidas más espaciadas en el tiempo,... Lo que sea, pero hace falta algo porque depende de donde te coloques en la salida te condiciona mucho durante el resto de carrera.
Después del primer parón rodamos un par de kilómetros seguidos pero la alegría vuelve a durar poco. La gente va parando en cada charco que se encuentra en el camino, haya mucho o poco barro, en cada pequeña rampa... También hay gente que no para y si se tiene que llevar por delante a alguien lo hace, como si le fuera la vida en ello. Y en este punto, sólo quiero decir que tan mal me parece una cosa como la otra. Está claro que la gran mayoría de personas que vamos a estas carreras no vivimos de ello ni pretendemos ganar. Pero a mí tampoco me gusta ir de paseo. Esto no deja de ser una competición donde se supone que cada uno va a dar lo mejor de sí mismo y le sirve para conocerse un poco más. Personalmente, entreno bastante para poder tomarme una carrera así un poco en serio. Respeto a los demás pero los demás también han de respetar a los que, sin intención de ganar nada, disfrutan entrenando y dando lo mejor de sí mismos en una competición como esta. Para salir a pasar el día rodando con la bici y los amigos no hace falta apuntarse a ninguna carrera, se puede hacer en cualquier momento. Sin ir más lejos, la salida que hicimos hasta Montserrat el mes pasado consistía en eso. En ir tranquilamente en grupo a pasar el día y a disfrutar. No sé, supongo que me estoy desahogando a través de aquí porque hubo cosas que no me gustaron y por momentos me hicieron estar un poco enfadado con el mundo, y eso que a mi nadie me dijo nada y yo en ningún momento me la jugué ni puse en peligro a nadie. Para acabar con esto, que conste que no critico a la gente que simplemente va a pasárselo bien. Todo el mundo tiene el mismo derecho a inscribirse y a participar en eventos así, pero si cada uno fuera consciente de a lo que va y en función de eso se colocara en la salida, seguramente todo sería más fluido y cada uno podría hacer su carrera.
Siguiendo con la crónica, los kilómetros van pasando. Óscar y yo vamos algún rato juntos hablando y reconozco que voy un poco agobiado. No estoy disfrutando nada y desde luego no esperaba encontrarme una carrera así. Por suerte, a partir del kilómetro 20, después de la primera subida importante, la cosa empieza a cambiar. El grupo de ciclistas se va estirando un poco y se ven los primeros huecos para adelantar sin problemas. A partir de aquí empieza para mi una nueva carrera de 100 kilómetros. Puedo aumentar el ritmo y empezar a rodar a una velocidad más o menos constante. Por fin empiezo a disfrutar.
Llego al primer avituallamiento y veo a mucha gente parada. Llevo en mi mochila un litro de Gatorade y en el bidón unos 700 ml más además de cuatro barritas y un par de geles más por si acaso, así que decido que no pararé en ninguno mientras tenga provisiones. Eso me sirve para adelantar a todos los ciclistas que están parados allí. En este punto, otra queja (lo siento, a lo mejor parezco un poco cascarrabias pero insisto en que hubo cosas que no me gustaron nada). Me pregunto ¿por qué la mayoría de gente que paraba en los avituallamientos dejaba su bici en mitad del camino? ¿Acaso era obligatorio parar? Pues nada, si uno no quería parar casi tenía que hacerlo obligado para no llevarse a nadie por delante. En fin, un desastre...
Pasada la primera hora y media de carrera me tomo mi primera barrita. Llevo unos 30 kilómetros y la cosa empieza a ir mejor. El día de momento acompaña, no hace calor y a pesar de estar tragando mucho polvo (con eso sí que contaba) la tarde acompaña. El camino, hasta casi el kilómetro 50, empieza a hacer bajada y el ritmo aumenta. Las bajadas no son técnicas y se puede correr bien, lo único especial es que se levanta mucho polvo y hay momentos en los que no se ve el suelo. A partir del kilómetro 52 empezamos otra subida constante hasta pasados los 68 kilómetros. No es durísima pero mucha gente afloja, algunos incluso paran. Yo me siento bien. No me duele la rodilla y noto que no dejo de adelantar a gente. Buena señal. Ahora sí siento que estoy haciendo la carrera que quería y me voy animando. Voy bebiendo cada poco rato y sobre las tres horas, coincidiendo con el final de la subida, decido comerme la segunda barrita. A continuación, bajada de casi diez kilómetros en los que aprovecho para descansar un poco. Sin darme apenas cuenta, sobre las 3 horas y media de carrera me planto en el kilómetro 80. Por delante cuarenta kilómetros más con continuos toboganes pero sin grandes desniveles. Las piernas empiezan a notar esos cambios de ritmo y siento un par de amagos de tirones, uno en cada pierna. Es curioso porque nunca había sentido esa sensación en la bici. Supongo que es señal que durante los últimos kilómetros estaba tomándome la competición muy en serio.
Antes de los 100 kilómetros me tomo la tercera y última barrita. La bebida de la mochila ya hace rato que me la he terminado y la botella está casi vacía. Llego al último avituallamiento y decido parar por primera vez. No tardo nada. Me tomo una botella de agua y una bebida con sales minerales tipo Aquarius y sigo. En teoría me faltan sólo unos veinte kilómetros. Ya casi lo tengo hecho.
Los kilómetros que quedan son bastante llanos y se puede llevar un buen ritmo. Sólo queda aguantar hasta el final lo mejor que pueda. Estoy cansado y deseando terminar. Por el tiempo que llevo calculo que llegaré sobre las 5h20’ pero de momento prefiero dejar los cálculos. Me centro en terminar cuanto antes y al poco rato, por un camino ya con menos polvo, se empieza a ver Sariñena. Adelanto a varios ciclistas de la media maratón y, una vez dentro del pueblo, sé que el final está cerca. Finalmente, paso por el arco de meta con el crono marcando 5h19’28” y un tiempo real de 5h10’04” (resultados) después de 115,24 km de carrera según mi Garmin. En la clasificación estoy en el puesto 1011 de 3956 (519 de mi categoría) aunque son resultados tomados desde la salida, no desde el paso por la alfombra, así que, mirándola un poco por encima, hay gente con peor tiempo real que el mío hasta 200 puestos por encima.
Al terminar, antes de nada fui a reponer fuerzas. Me tomé un par de botellas agua y bebida isotónica, comí varios trozos de plátano, sandía y tarta de manzana y me fui a limpiar la bici aprovechando que aún no había mucha gente. Después, me senté a esperar a los que faltaban. Jaume llegó poco después, justo cuando empezaban a caer cuatro gotas. Estuvimos esperando un buen rato y hasta nos comimos un plato de fideua. Luego nos encontramos con Andreu y Sergi que ya habían terminado su carrera. Pasadas las siete horas llegaron Marc y Óscar empapados y embarrados hasta arriba diciendo que a falta de veinte kilómetros les cayó una tromba de agua que les obligó a parar y a ir caminando un rato porque las ruedas de la bici no giraban del barro que había. Y yo que me quejaba del polvo... De la que me libré!
Después de limpiarnos y cambiarnos un poco (imposible ducharse con tanta gente y tan pocas duchas), vuelta al coche y para casa. Sobre la una y media de la madrugada por fin llegué a casa y me di la ducha más deseada de mi vida.
Hoy, viendo las cosas con otra perspectiva, creo que a pesar de los veinte primeros kilómetros donde fui incómodo y hasta un poco enfadado, en general disfruté y me llevo una aventura más que recordar. Además, el grupo que fuimos nos divertimos bastante durante todo el día y, en definitiva, creo que valió la pena el esfuerzo realizado para vivir la experiencia.
Dejo unas cuantas fotos hechas a lo largo del día y, como siempre, los datos del Garmin.
En La Riba cargando las bicis |
Qué limpios! |
Salida después de 10 minutos |
Así llegué... |
Mi bici después de la batalla. Sucia o limpia, según se mire |
Tiempo final |
Haciendo tiempo |
Y yo que me quejaba de que me había llenado de polvo (y de que mis piernas y mi bici estaban sucias...) |
Andreu, Sergi, Óscar, yo (con un poco de polvo en la cara...), Marc y Jaume |
Con dedicatoria incluida |
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