El sábado, a pesar de que la carrera no empezaba hasta las dos de la tarde, tocaba madrugar igualmente para desayunar, meterlo todo lo necesario en el coche y salir en dirección Balaguer (salimos demasiado pronto, lo reconozco). Al estar relativamente cerca de casa, esta vez nos ahorramos el hotel. Después de hora y media de viaje, sobre las diez, ya estábamos allí y enseguida pude dejar las zapatillas y la visera en la T2. En ese momento apenas había ambiente todavía. De Balaguer nos fuimos directamente al pantano de Sant Llorenç de Montgai a aparcar, dejar todo lo necesario en el T1, comer y esperar a que dieran la salida. Al llegar allí ya vimos que el tema de la natación iba a estar complicado. Debido a la baja temperatura del agua habían decidido cambiar el sitio donde realizar el sector de natación y el lugar escogido estaba bastante sucio de algas y ramas, además de ser muy pequeño. Con el tema así, sólo faltaba ver cuanto reducían el recorrido de natación porque allí era prácticamente imposible nadar los 1.900 metros en buenas condiciones. Al llegar tan pronto, se me hizo la mañana un poco larga, la verdad. Después de haber comido aún faltaban más de dos horas para empezar y el tiempo se me pasó muy lento. A medida que iban llegando los triatletas a la zona de salida fui saludando a amigos y conocidos (Eric, Sergi, Marcos...). Todavía con tiempo, Arancha y yo volvimos a acercarnos al pantano para saber si ya habían decidido algo y sí, los jueces habían decidido que el circuito constaría de dos vueltas de 430 metros y media más (supuestamente de algo más de 200 metros) para nadar un total de casi 1.100 metros. Con las cosas ya claras, sólo faltaba cambiarse y colocarse en la línea de salida.
La natación fue, probablemente, la más incómoda que he hecho hasta ahora en ningún triatlón. Los primeros metros (y los no tan primeros) fueron caóticos y al haber tan poco espacio para nadar, recibí golpes por todos lados. Casi acabando la primera vuelta, con un agobio tremendo y después de haber recibido bastante, decidí salirme de la zona por donde nadaba la mayoría de gente y abrirme un poco hacia la derecha para nadar más tranquilo. Sabía que así nadaría más metros (total, iba dispuesto a nadar 1.900 metros ¿no?) y, además, por esa zona había más suciedad, pero bueno, por lo menos evité seguir recibiendo golpes y pude nadar con más calma. La segunda vuelta fue algo mejor, aunque en los giros siempre había algún que otro golpe. Hecha la segunda vuelta, ya sólo faltaba encarar la última recta y salir del agua en 18’32” (parcial 145), habiendo nadado, según el Garmin, poco menos de 1.000 metros (normalmente el reloj siempre cuenta algún que otro metro de más, con lo cual creo que ni mucho menos nadamos los 1.100 metros teóricos). La transición fue larga pero al ser pocos era fácil saber donde estaba la bici. Lo malo fue que no me acordé de poner toalla en la bolsa de la transición y al no poder secarme me costó más de la cuenta ponerme los calcetines y las medias compresivas. Nada grave aunque es verdad que tardé más de lo esperado en subirme a la bici.
Llegaba el momento más duro de la competición. Era consciente de ello y mi idea era no forzar más de la cuenta para intentar llegar en unas buenas condiciones a la carrera a pie, además de beber y comer lo suficiente para no pasar por lo mismo que en Salou. Los primeros kilómetros fueron llanos pero a partir del quinto empezamos nuestro ascenso en dirección a Vilanova de la Sal para luego subir a Àger, a más de 900 metros de altura. Nos esperaban muchos kilómetros de subida continua y ratos de bastante viento. A pesar de todo, durante esos primeros kilómetros adelanté a mucha gente, lo que me hacía pensar que en el agua habría salido bastante atrás (como así fue realmente). Me sentía bien y con la motivación esa de ver que iba adelantando a muchos triatletas, forcé un poco más de lo deseado. Las subidas a Àger fueron duras y en las bajadas, entre el viento y que no llevaba acoples (cuánto echo de menos a mi Transition) no pude sacar el máximo partido. Aún así, según el Garmin llegué a alcanzar los 72,1 km/h (no quiero pensar a cuánto debieron bajar los primeros...). A partir de ahí, ya en el kilómetro 45, el recorrido se suavizó un poco aunque los toboganes fueron constantes, algunos con subidas de hasta el 17%. Los últimos 20 kilómetros fueron ya tirando hacia abajo, cosa que me permitió coger un buen ritmo hasta el final y maquillar un poco la velocidad media final a pesar del viento. Las malas noticias fueron que casi terminando me empecé a notar el estómago cerrado y durante los kilómetros finales sólo pude comer media barrita. Antes de acabar y ya dentro de Balaguer, como colofón, quedaba el famoso Mur de la Creu, sin duda, los 100 metros más duros de toda la carrera. Al final llegué a la T2 en 3h18’15” (según la Federación y contando las dos transiciones, 3h25’57”), terminando los 90 km con más de 1.500 m de desnivel positivo a una media de 27,1 km/h (parcial 119).
Segunda transición rápida y a correr. Nada más empezar la carrera a pie vi a Arancha acompañada de Joan Carles. Fue una sorpresa verle allí. No me lo esperaba y agradecí mucho que se hubiera acercado desde Linyola para animar. Igual que en Salou, al principio intenté salir con ganas y a pesar de las molestias en el estómago (fueron a más) no iba demasiado mal. En el primer kilómetro paré a beber y a atarme los cordones de la zapatilla izquierda y, a pesar de eso, lo pasé en 4’40”. El recorrido me desconcertó un poco, me esperaba tres vueltas y al final fueron cuatro (más un trozo) de 5 km. El recorrido fue ameno, corriendo bastantes kilómetros sobre hierba al lado de un Segre lleno de agua, aunque reconozco que tantas vueltas se me hicieron un poco pesadas al final. No me ayudó a disfrutar de mi tramo preferido el dolor de estómago que, como decía, fue a más con el paso de los kilómetros. Hice un tramo a pie muy irregular, sin poder mantener un ritmo constante y que a partir del kilómetro 16 decayó definitivamente. Lo más curioso es que no sentía las piernas excesivamente cansadas, era más el malestar y los pinchazos en el estómago (a lo que hay que sumar la imposibilidad de comer nada sólido) lo que me impedía correr rápido. Con ese panorama, no tuve más remedio que aflojar y correr a un ritmo cómodo, sin sufrir demasiado e intentando pensar lo menos posible. Creo que el factor psicológico también fue importante y jugó en mi contra. Durante la carrera a pie mis pensamientos estaban más enfocados a pensar “aún me quedan x kilómetros” que a disfrutar de los mismos y a intentar alcanzar a triatletas que tenía por delante de mí. Terminé este último sector en 1h44’34” (parcial 59). Me sorprende haber hecho un parcial relativamente bueno corriendo tan mal. Supongo que la bici no sólo me pasó factura a mí, aunque eso no me sirve de consuelo.
Finalmente, entré en meta el 96º clasificado de 220 llegados a meta (resultados), con un tiempo de 5h29’03”, nada contento en general aunque como siempre digo, terminar este tipo de carreras ya es todo un premio y una satisfacción personal. Como conclusiones positivas, puedo decir que el Triatló Internacional de Balaguer me demostró que aún estoy muy verde en bici y que debo trabajarla más y mejor, ya que es donde se marcan más diferencias. Y lo peor que me llevo de Balaguer es la sensación, por segunda vez consecutiva (después de Salou), de no sentirme bien corriendo cuando en teoría es el tramo del que más debería disfrutar. Muchos aspectos que pulir en las próximas semanas de entrenamiento pensando que el 6 de octubre estas distancias se multiplicarán por dos y teniendo tan malas sensaciones como el sábado puede ser un auténtico infierno. Por suerte aún tengo cuatro meses por delante...
Para terminar, quiero felicitar a la organización del evento (Pedalacat) y a todos sus voluntarios. A pesar de las pequeñas complicaciones en el tramo de natación, todo lo demás estuvo muy bien organizado y recibimos un trato muy cercano. Quizás lo que sí eché en falta fue una camiseta (aunque ya tenga muchas) y una medalla de finisher, pero nada más. Sin duda, un triatlón muy duro y para seguir teniendo en cuenta en el futuro. Dejo unas cuantas fotos más con Joan Carles, con Eric y con Arancha a la llegada.
Segunda transición rápida y a correr. Nada más empezar la carrera a pie vi a Arancha acompañada de Joan Carles. Fue una sorpresa verle allí. No me lo esperaba y agradecí mucho que se hubiera acercado desde Linyola para animar. Igual que en Salou, al principio intenté salir con ganas y a pesar de las molestias en el estómago (fueron a más) no iba demasiado mal. En el primer kilómetro paré a beber y a atarme los cordones de la zapatilla izquierda y, a pesar de eso, lo pasé en 4’40”. El recorrido me desconcertó un poco, me esperaba tres vueltas y al final fueron cuatro (más un trozo) de 5 km. El recorrido fue ameno, corriendo bastantes kilómetros sobre hierba al lado de un Segre lleno de agua, aunque reconozco que tantas vueltas se me hicieron un poco pesadas al final. No me ayudó a disfrutar de mi tramo preferido el dolor de estómago que, como decía, fue a más con el paso de los kilómetros. Hice un tramo a pie muy irregular, sin poder mantener un ritmo constante y que a partir del kilómetro 16 decayó definitivamente. Lo más curioso es que no sentía las piernas excesivamente cansadas, era más el malestar y los pinchazos en el estómago (a lo que hay que sumar la imposibilidad de comer nada sólido) lo que me impedía correr rápido. Con ese panorama, no tuve más remedio que aflojar y correr a un ritmo cómodo, sin sufrir demasiado e intentando pensar lo menos posible. Creo que el factor psicológico también fue importante y jugó en mi contra. Durante la carrera a pie mis pensamientos estaban más enfocados a pensar “aún me quedan x kilómetros” que a disfrutar de los mismos y a intentar alcanzar a triatletas que tenía por delante de mí. Terminé este último sector en 1h44’34” (parcial 59). Me sorprende haber hecho un parcial relativamente bueno corriendo tan mal. Supongo que la bici no sólo me pasó factura a mí, aunque eso no me sirve de consuelo.
Finalmente, entré en meta el 96º clasificado de 220 llegados a meta (resultados), con un tiempo de 5h29’03”, nada contento en general aunque como siempre digo, terminar este tipo de carreras ya es todo un premio y una satisfacción personal. Como conclusiones positivas, puedo decir que el Triatló Internacional de Balaguer me demostró que aún estoy muy verde en bici y que debo trabajarla más y mejor, ya que es donde se marcan más diferencias. Y lo peor que me llevo de Balaguer es la sensación, por segunda vez consecutiva (después de Salou), de no sentirme bien corriendo cuando en teoría es el tramo del que más debería disfrutar. Muchos aspectos que pulir en las próximas semanas de entrenamiento pensando que el 6 de octubre estas distancias se multiplicarán por dos y teniendo tan malas sensaciones como el sábado puede ser un auténtico infierno. Por suerte aún tengo cuatro meses por delante...
Para terminar, quiero felicitar a la organización del evento (Pedalacat) y a todos sus voluntarios. A pesar de las pequeñas complicaciones en el tramo de natación, todo lo demás estuvo muy bien organizado y recibimos un trato muy cercano. Quizás lo que sí eché en falta fue una camiseta (aunque ya tenga muchas) y una medalla de finisher, pero nada más. Sin duda, un triatlón muy duro y para seguir teniendo en cuenta en el futuro. Dejo unas cuantas fotos más con Joan Carles, con Eric y con Arancha a la llegada.
Eres muy grande cariño!!!.estoy segura q poco a poco llegarás donde te propongas. Mucho ánimo y enhorabuena campeón!!.besos
ResponderEliminarNo sé si seré grande o no, pero tú eres una parte muy importante (más de lo que crees) para que yo pueda hacer todo esto. Sin tu ayuda seguramente no sería posible... Gracias por todo!!! Un beso!
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