Aunque lo del sábado pasado no se trataba, ni mucho menos, de una competición, por lo que significó para mí creo que es justo hacer una especie de crónica y contar la experiencia. Se lo merece. Así que, allá vamos!
El sábado, antes de las seis de la mañana ya estaba despierto. Tenía tantas ganas de empezar que no tenía ni sueño. Me lo había dejado casi todo preparado el día antes así que sólo era cuestión de desayunar y prepararme tres bidones con bebida 226ers sabor mandarina, que iba a probar por primera vez para la ocasión (tengo pensado escribir una entrada con mi opinión sobre esos productos). Cuando ya lo tuve todo listo, salí de casa y me fui a buscar la bici. A las siete en punto, según lo previsto, empezaba mi viaje. Estaba algo cansado después de una semana bastante cargada, pero sabía que lo podría hacer, que lo tenía que hacer.
Los primeros kilómetros hasta Reus fueron muy tranquilos. Intenté coger un buen ritmo pero sin apretar, consciente de lo que me quedaba. Sabía que pronto llegaban los primeros puertos. Y así fue. Desde Reus tocaba subir dirección Falset y enfrentarse al Coll Negre y al Coll del Pigat, ambos alrededor de los 500 m de altitud. Es un tramo largo de subida pero no sé si por la motivación que llevaba o porque era el principio se me pasaron muy rápido. Una vez en Falset, tocaba aprovechar los kilómetros de bajada en dirección a Móra d’Ebre. Casi sin darme cuenta, llevaba 70 km y una velocidad media de 29 km/h, mejor de lo que esperaba. A partir de ese momento empezaba el ascenso continuo. Eché de menos tramos donde poder rodar en llano y llevar un ritmo constante y hubo algún momento de agobio al pensar que casi todos los kilómetros que me quedaban eran así. Fueron especialmente duros los tramos entre Móra d’Ebre y Gandesa, entre Caseres y Calaceite y entre Valderrobres y Fuentespalda.
En cuanto al avituallamiento, fui comiendo una barrita cada hora (probé las Nature’s Energy Bar de Victory Endurance) y bebiendo cada 20-25 minutos y realmente me fue bien. Con tanta subida el ritmo bajó hasta alrededor de los 27 km/h pero logré mantenerlo a pesar de todo. Cuando ya había dejado atrás Cretas, Arancha y Óscar me alcanzaron con el coche y acordamos hacer una parada en Valderrobres que aproveché para rellenar dos bidones y medio con agua bien fresquita. Llevaba ya 130 km y sólo me quedaban unos 30 más. Me encontraba bien pero me dolían un poco los pies. Creo que algo falla con las calas porque no es normal que me duelan así. El caso es que el final se acercaba pero me faltaba luchar contra un tramo de 9 kilómetros muy duro, probablemente el más duro de todo el recorrido, tanto por el desnivel como por el cansancio que arrastraba. Pasados esos kilómetros, una pequeña tregua y la sensación de que la cosa ya estaba hecha. Últimos kilómetros con cara de satisfacción disfrutando de lo que estaba a punto de conseguir. Una experiencia inolvidable, más por el significado que por todo lo demás. Fue duro aunque estoy seguro que en un futuro no muy lejano llegarán cosas mucho más grandes. Para terminar, sólo faltaba encarar la última recta que ponía fin a mi recorrido y donde me estaban esperando otra vez Arancha y Óscar para hacer las fotos de rigor. Al final fueron 163,1 km en 6h02’23”, terminando, como he dicho antes, a una velocidad media de 27,0 km/h, con un desnivel positivo de 2.532 metros y uno negativo de 1.758 m, en total, más de 4.000 acumulados.
Como es habitual, dejo unas cuantas fotos que me hizo Arancha y los datos del recorrido del Garmin.
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