lunes, 4 de julio de 2011

Crónica ViP Xtrem


El viernes después de comer un buen plato de pasta, Arancha y yo habíamos quedado con Venus y Oscar para ir a Vimbodí a recoger nuestros dorsales para la carrera. Al llegar allí no vimos demasiado movimiento de gente así que fue una cosa rápida, recogimos nuestras bolsas y nos fuimos a tomar un helado a Montblanc. Después, a casa a terminar de prepararlo todo y un poco más de pasta para cenar. Entre unas cosas y otras, me fui a dormir más tarde de lo que quería. El sábado el despertador sonó a las 4:30 pero un rato antes ya estaba despierto. Tomé mi desayuno talismán (plátano y dos yogures naturales con mermelada y muesli), rellené la mochila con cuatro botellas de powerade y varias barritas y geles y me fui a la Riba donde había quedado con Oscar a las 6. Desde allí a la salida. Minutos antes de empezar, Oscar me dejó el material que me faltaba (sobre todo por si pinchaba) y nos colocamos en la línea de meta.

La salida fue calmada. Debíamos ser como mucho 500 ciclistas (puede que algo menos) pero al colocarnos bastante atrás no encontramos demasiados problemas. Rodamos juntos los primeros kilómetros hasta la llegada de la primera subida. Allí cada uno cogió su ritmo y fue tirando. Subiendo empecé a ganar algunas posiciones, ya que el ritmo general en las subidas bajaba considerablemente mientras que yo me defendía bastante bien. Después de la subida tocaba bajar y la verdad, fue un descenso muy complicado. Entre las continuas curvas cerradas a un lado y al otro, la cantidad de gente que aún rodábamos juntos y el camino (estrecho y en malas condiciones) fue una locura. Perdí posiciones pero era lo de menos, estaba más pendiente de no caerme. Lo peor llegó minutos después cuando empecé a notar que la rueda de atrás estaba floja. Había pinchado y no quedaba otra que parar y arreglarla. Como siempre en estos deportes, la mayoría de la gente al verme arreglando el pinchazo me ofrecía ayuda o preguntaba si me faltaba de algo, todo un detalle. Cuando debía llevar unos diez minutos me alcanzaron Oscar y otro compañero suyo y me ayudaron a arreglarla, con lo que, al menos, no tardé tanto como si lo hubiera hecho yo solo. Faltaban pocos kilómetros para el primer avituallamiento, donde volví a parar a pedir una cámara de recambio (ya no llevaba más). Me dijeron que me la traerían enseguida  pero después de estar esperando un cuarto de hora (se me hizo eterno), comerme un bocadillo de jamón y ver que pasaban un montón de ciclistas y que me quedaba casi en la cola, me salió la vena competitiva y me fui sin esperar más. Ese fue el peor tramo para mi. Hasta el segundo avituallamiento (15 kilómetros después) el camino fue bastante duro. Era estrecho, lleno de piedras, cuestas imposibles, troncos en medio del camino que te obligaban a parar, ... fue complicado. Además hay que añadir alguna caída sin importancia (unas por mi culpa y otras por la de los demás) donde perdí el cuentakilómetros. En esos momentos sólo esperaba llegar al segundo avituallamiento y pedir la cámara. Y así fue. Además, me dieron una buena noticia al decirme que a partir de ahora el camino mejoraba, que era casi todo pista y que no sufriríamos tanto.

Llevaba ya más de 40 kilómetros y entre unas cosas y otras no me había dado tiempo ni de notar si estaba cansado o no. Después de tomar algo de fruta en el segundo avituallamiento cogí la bajada y comprobé que sí, que el camino por fin era diferente. En el tercer avituallamiento ni paré. Había cogido un buen ritmo y quería aprovecharlo. En las subidas me sentía muy fuerte (en toda la carrera no me adelantó nadie subiendo) pero en las bajadas era bastante conservador (soy bastante malo). De todas formas eso fue suficiente para ir poco a poco subiendo posiciones y coger moral, importante teniendo en cuenta como había empezado.

Llevábamos alrededor de cinco horas de ruta y empezaba a hacer un calor importante. En Mont-ral (sobre el kilómetro 74) aproveché para meterme debajo de una manguera y ponerme un poco más de crema solar. Además comí más fruta (plátano, melón y sandía) y bebí algo de Coca-cola, Aquarius y agua. No tenía demasiada hambre ni me notaba cansado, así que pasé de barritas (sólo me comí dos durante las dos primeras horas) y de geles (no tomé ni uno en toda la carrera). Todo fue a base de fruta y muchísimo líquido. 

Pasado Mont-ral tocaba bajar un poco para después encarar la subida “reina”. Esa subida fue impresionante. No se acababa nunca, el calor apretaba... aguanté bien sin sufrir mucho pero se me hizo eterna y pasé mucho calor. Lo bueno es que una vez hecha la subida, en Rojals, tocaba comer. Creo que llevábamos unos 90 kilómetros. No comí mucho, un plato de macarrones y listo. Además tampoco quise descansar más de la cuenta, así que nada más comer, bebí dos vasos de Aquarius más y otro de agua y para abajo. También aproveché para mandarle un sms a Arancha, decirle que estaba vivo y que sobre las cinco de la tarde esperaba llegar a la meta. Durante la comida coincidí con un compañero del trabajo de mi padre, Rubén, y fuimos juntos un buen rato. El tramo este después de comer fue muy rápido. Bajadas espectaculares (que me destrozaron las muñecas, por cierto) en las que intenté soltarme pero aún así no me la jugué, y menos habiendo llegado al tramo final. Después de esos 25 kilómetros de bajada casi constante llegamos a la Santíssima Trinitat donde me volví a mojar con una manguera y rellené la mochila de agua. Sólo faltaba subir a la Pena (justo lo que habíamos hecho Oscar y yo el martes anterior). Sabía que era una subida bastante larga pero muy cómoda. Me animé y apreté. Rubén me dijo que tirara yo, que él prefería ser conservador y subir a su ritmo. Ahí nos separamos y empecé el ascenso muy fuerte. Llevaba unas nueve horas pedaleando pero no estaba demasiado cansado. Tenía fuerzas de sobras para subir a buen ritmo y aún me dio para adelantar a siete u ocho ciclistas más al principio de la subida. Una vez arriba, me mojé la cabeza en la fuente, y hacia la meta. Ya no quedaba nada, apenas 14 kilómetros y los hice totalmente solo. De ahí al final no me encontré a nadie, cosa que por momentos me hizo dudar de si había elegido el camino correcto o no. Pero sí, no me perdí y sobre las cinco y media ya estaba de vuelta en Vimbodí. En la llegada estaban esperando Venus y Arancha y aún hubo tiempo para una caída más (en total no se cuentas debieron ser a lo largo del día) cuando en la meta me hicieron frenar de golpe (en ese momento ni me acordé de los pedales) para ponerme la medalla. A falta de resultados oficiales, mi tiempo fue de 10 horas, 28 minutos y 21 segundos quedando en la posición 169. No esta nada mal para la nula experiencia que tengo en bicicleta de montaña y supongo que como entreno habrá sido muy positivo (sobre todo a nivel psicológico). Físicamente terminé muy bien y durante toda la carrera las sensaciones fueron inmejorables. Oscar llegó un poco después pero logró su objetivo que era terminarla (el año pasado no pudo). Ahora sólo nos queda disfrutar de lo que hemos conseguido (mucha gente se quedó en el camino) y volver a los entrenamientos pensando en el half de Berga, que estas dos últimas semanas me he desviado un poco del objetivo principal. Eso sí, ahora pienso que ha valido la pena.

Dejo un par de fotos de Santi Jiménez, fotógrafo oficial de la carrera:


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